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«La cosa está muy crítica», explican vecinos del entorno del parque de la Che, como se conoce en La Isleta el espacio libre entre edificios que se ubica por encima del de los Bomberos, al final de la calle de La Naval.
Aseguran que persisten los problemas de convivencia que sufren hace más de dos años debido a los migrantes que pernoctan en la zona. Una situación que motivó su solicitud al Ayuntamiento capitalino de cierre nocturno tanto de este parque como del cercano de los Bomberos, entre las 23.00 y las 07.00 horas, como se hace con otros espacios del municipio.
«Esto va de mal en peor», dicen sobre «los pleitos» y «la suciedad» con la que conviven a diario por «la basura» y «los excrementos» que generan unos chicos que, recuerdan, están acogidos en las instalaciones del antiguo cuartel Canarias 50 pero que en muchas ocasiones pasan la noche en la calle.
Lamentan que «un mes y medio después de que comenzaran las obras» no se haya culminado el vallado de la plaza de la Che. «Está mal diseñado, se han equivocado en todo y aún no han puesto las puertas», exponen respecto a la actuación que desarrolla el Consistorio capitalino en esta parte del barrio portuario.
Fuentes autorizadas del Ayuntamiento indican que los trabajos que arrancaron el 5 de septiembre concluirán a finales de este mes, pues se está culminando la fabricación de las cuatro puertas de acero previstas. Además, apuntan que el proyecto supone perimetrar el parque con vallas de dos metros de altura menos en la zona en que existe muro, donde se crece un metro.
Pero la queja de los afectados va más allá de la duración de las obras, ya que afirman que el compromiso que adquirió con ellos en agosto la edil de Servicios Públicos, Inmaculada Medina, de cerrar también el parque de los Bomberos no se va a materializar. «El de abajo no lo van a cerrar porque dicen que se han quedado sin presupuesto», indican.
Añaden que esta circunstancia hace que los migrantes se hayan desplazado a ese espacio, «donde acampan con casetas y todo». Por eso, se plantean volver a salir a calle para exigir una solución, como ya hicieron con las caceroladas que protagonizaron en febrero.
Los residentes en el entorno de la plaza del Pueblo, también en el barrio de La Isleta, señalan que el vallado y cierre nocturno de este espacio les ha permitido «descansar» y «volver a abrir las ventanas de noche».
Explican que la situación que venían sufriendo por las molestias que les generaban las reuniones de chicos y chicas que se concentraban en esta zona en horas nocturnas «era un sinvivr».
Apuntan que aún quedan cosas por mejorar porque estos jóvenes, mientras están en la plaza, «dejan el jardín hecho una basura» y «el parque de los niños sigue sin vallar».Pero agradecen la actuación de la concejala Inmaculada Medina «porque nos escuchó y nos dio el sí»
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