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Las calles reverdecen pero no es sinónimo de una política medioambiental sostenible, sino síntoma de desatención. Es lo que pasa en muchas vías de Las Palmas de Gran Canaria, donde todo tipo de hierbajos nacen en los límites entre el asfalto y las aceras por falta de cuidados municipales.
Hay calles donde los matojos llegan al medio metro de altura, prueba inequívoca de que hace meses que no pasa nadie encargado por el Ayuntamiento del mantenimiento.
En otros puntos de la ciudad, ese verde improvisado es pasto de especies vegetales invasoras, como el rabo de gato.
Hace unas semanas, algunos tramos de la plaza del Doctor O'Shanahan empezaban a parecer el césped de un campo de fútbol y la publicación de las fotos en este periódico movilizó algún despacho municipal, desde donde se dio la orden de que dos operarios hicieran la limpieza oportuna. Pero el problema se repite por calles, tanto de la zona baja como de la alta de la ciudad.
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