Imagen de la carabela La Niña III en el muelle deportivo de Las Palmas de Gran Canaria, donde estuvo atracada entre 1993 y 1998. C7

La Niña III: una historia de ilusiones y naufragios

Repaso por los 43 años de existencia de una carabela que viajó a América y Lisboa, pero que en Las Palmas de Gran Canaria ha estado a punto de sucumbir a la carcoma y al fuego | Su última esperanza pasa por enrolarse en el Museo Elder

Javier Darriba

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 26 de octubre 2025, 06:00

Este itinerario está repleto de ilusiones y de naufragios. Los 19 metros de eslora de La Niña III han surcado más las procelosas aguas de la indiferencia institucional que olas en el mar, pese a haber sido empujada por el viento hacia América y Lisboa. Ahora, tras el pavoroso incendio que casi la calcinó hace dos años, vuelve a zarpar hacia el futuro. Una ciudad que aspira a ser capital cultural podría sacar un pasaje en este trasatlántico que se ha propuesto reflotar el Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología.

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Fue el capitán Carlos Etayo (1921-2006), un enamorado de los viajes colombinos, el que calafateó este sueño. Siguiendo el rastro del almirante de la Mar Océana, el guardiamarina Etayo puso pie por vez primera en Las Palmas de Gran Canaria en 1943, a donde llegó a bordo del Juan Sebastián Elcano.

Había de pasar dos décadas hasta que sus manos idearan su primera réplica de La Niña. Con la venta de unas acciones que heredó de su familia, se convirtió en el armador de un barco con el que, en 1962, atravesó el Atlántico en un trayecto que duró 75 días.

Aquella experiencia sirvió para que profundizara el conocimiento, sumergido por el paso de los siglos, de la construcción de carabelas. Tras una divergencia sobre la precisión de las réplicas que mandó a construir, en 1992, la Sociedad Estatal V Centenario, el capitán Etayo construyó la suya, La Niña III, en unos astilleros gallegos. Empleó unos 24 millones de euros de la época (unos 300.000 euros en la actualidad) en dimensionar un buque mítico: 19 metros de eslora; 4 metros de manga; y 3,5 metros de puntal construidos en roble y pino gallego.

Con ella partió de Galicia y se dirigió a América, haciendo una escala en Las Palmas de Gran Canaria, donde fue recibido en medio de una gran expectación el 14 de agosto de 1992.

El autor

Carlos Etayo diseñó la carabela La Niña III reproduciendo las técnicas navales del siglo XV Juan Carlos Alonso

1998: rumbo a Lisboa

El barco deja atrás la bahía de La Isleta en dirección a la Exposición Universal de Lisboa de 1998. C7

2002: junto al castillo de La Luz

Tras pasar cuatro años en el Puerto, la carabela fue trasladada al parque del castillo. Juan Carlos Alonso

2014: traslado a Santa Catalina

Imagen de la llegada del barco a su ubicación actual. C7

2023: el incendio

Imagen de la carabela calcinada tras el fuego. Juan Carlos Alonso

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La ciudad colombina vio en aquel barco del capitán Etayo el reflejo de su historia. Por eso, en 1993, el Patronato de Turismo de Gran Canaria y otras entidades, como la Fundación Mapfre, decidieron comprar la carabela al capitán Etayo. Tras pagar 19 millones de pesetas de entonces, el barco encalló en el peligroso sargazo del olvido institucional:entre 1993 y 1998 se queda atracado en el muelle deportivo.

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En 1998, el capitán Etayo vuelve a rescatar La Niña III. La Exposición Universal de Lisboa de aquel año, cuyo tema fue 'Los océanos: un patrimonio para el futuro' requirió la participación de la carabela como testigo de la época de las grandes exploraciones marinas. Tras una puesta a punto, el barco surcó los mares por última vez.

Aquella oportunidad revivió la euforia en torno a la carabela. Y en la ciudad se planteó que, a la vuelta, la nave podría ser utilizada para pasear turistas por las aguas de la bahía de Las Palmas de Gran Canaria. De hecho, se llegó a poner sobre la mesa la creación de una ruta turística que no solo incluía el paseo marítimo a bordo de La Niña III sino también una visita a la Casa de Colón y un almuerzo en un restaurante ambientado en el siglo XV que serviría platos de la época de Cristóbal Colón.

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El regreso más triste

Sin embargo, a la vuelta de Lisboa, La Niña III fue atracada en el Puerto de La Luz, otra vez de espaldas a la ciudad «sin recibir ningún tipo de atención o mantenimiento», como señaló un informe posterior del Ayuntamiento capitalino.

Por entonces ya surgían voces que advertían de la necesidad de recuperar su potencial educativo. En un artículo publicado en 'Anarda, Revista de Canarias' en 2001, el ingeniero José Francisco Fernández Belda proponía «buscarle un lugar permanente de exposición y un entorno adecuado para ser visitada, estudiada y que sirva de ornato y merecido homenaje de nuestra ciudad a la gesta colombina. Si fuera posible, un lugar interesante y adecuado para su ubicación pudiera encontrarse en los alrededores del museo Elder y que la carabela fuera integrada en sus fondos. Pudiera estar expuesta en una especie de foso que permitiera al que la visite verla como si estuviera en alta mar, al estilo de lo que se ha hecho con el velero Cutty Shark en Greenwich».

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Reparación de la carabela antes de su traslado a Santa Catalina. Arcadio Suárez

La carabela, sin embargo permaneció en el recinto portuario hasta que el 12 de octubre de 2002 fue varada junto al Castillo de La Luz. El tiempo se cebó con las maderas gallegas y en 2013, tras una inspección de un ingeniero técnico naval, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria pide permiso al Cabildo para rehabilitar la nave con la colaboración de Zamakona Yards, Napesca, Sacsa, Carcrube y el Ejército de Tierra, con el fin de trasladarla ante las inminentes obras de acondicionamiento del entorno del Castillo de La Luz.

En 2014 se pensó en llevar el barco junto al Mercado del Puerto, pero la necesidad de ampliar Eduardo Benot hizo naufragar esta posibilidad. Y entonces se pensó en la trasera del parque de Santa Catalina como destino final de La Niña III.La rehabilitación y el traslado de la carabela costaron 49.914,62 euros y hubo que reordenar los jardines.

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Allí volvió a apagarse su voz, sofocada por la música del carnaval y las obras de la MetroGuagua, hasta que un incendio, en 2023 volvió a sacarla del olvido.

Tras un pulso entre Parques y Jardines y Urbanismo en el seno del Ayuntamiento sobre qué área debería encargarse de la rehabilitación, y en medio de la exigencia de adopción de medidas urgentes por parte de partidos como el PP, finalmente se ha decidido vincular el último viaje de La Niña III al Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología.Tras un nuevo fondeo en las atarazanas, el barco aspira ahora a ser un importante recurso didáctico, en astillero. Quizás sea su viaje definitivo.

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