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Pedro Vázquez cree que la escultura debe ir junto a la pasarela Onda Atlántica. Cober
«Mucha gente en la ciudad comió de esa ballena»

«Mucha gente en la ciudad comió de esa ballena»

'Moby Dick'. Pedro Vázquez, uno de los carpinteros que hizo la ballena del filme de Huston, impulsa la idea de ubicar una escultura que replique la maqueta original junto a la Onda Atlántica, para reivindicar el valor de ese rodaje

Viernes, 9 de abril 2021

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El rodaje de la película 'Moby Dick' dirigida por John Huston y protagonizada por Gregory Peck, a mediados de los años 50 del pasado siglo XX en la capital grancanaria, dejó huella entre las muchas personas que, de un modo u otro, tuvieron que ver con el mismo. Una de ellas es Pedro Vázquez, integrante del equipo de 14 carpinteros que junto a «mecánicos, albañiles y marineros» conformaron el grupo «de más de 60 personas» que participó en primera línea en la construcción de la famosa ballena blanca que centra la historia en la que se basa el filme.

«A mí me dejó marcado», reconoce a sus 88 años quien tuvo la oportunidad de participar, con solo 21, en un proyecto que ahora trata de poner en valor por lo que significó para una ciudad como Las Palmas de Gran Canaria de la época, en la que, reconoce, «la escasez de trabajo existía, como hoy».

Explica que comenzó como «aprendiz de carpintero» para la Casa Miller a los 19 años, un trabajo que le consiguió su padre gracias a los muchos contactos que tenía en la zona Puerto por su profesión. «Era guardia municipal, aunque en aquel tiempo se decía guindilla», explica.

Añade que su progenitor decidió que debía dedicarse a esa profesión «porque mi abuelo fue carpintero y mi tío Pedro, que también estuvo en la construcción de la ballena, era carpintero». Y en esa época, rememora, «nos debíamos al deber de los padres» por lo que no se discutía sus decisiones.

Así comenzó a aprender un oficio que le permitiría vivir una experiencia única. Y es que comenta que cuando se empezó a rumorear en el taller que iba a venir a la ciudad el rodaje de una gran película, «a finales del 54 o principios del 55», él ya llevaba tres años trabajando junto al que considera un maestro de la carpintería de ribera, «mi compadre Jerónimo Cabrera».

Un entendido en la materia que dice no solo consiguió que los responsables del rodaje mandaran de vuelta a casa al equipo de carpinteros que había venido de Inglaterra, al comprobar que la calidad de los trabajadores locales estaban a la altura de lo que requería el proyecto, sino que «el maestro Manuel Díaz, que era el encargado de la carpintería, depositó en Jerónimo la construcción de esa ballena», siguiendo la maqueta original que «se había traído también de Inglaterra» pero con una dimensiones de «unos 30 metros, aproximadamente».

Señala que los carpinteros trabajaban en el taller que la Compañía Miller tenía en la calle Gran Canaria, que en esas fechas daba al mar. Pero para hacer la ballena se desplazaron hasta «los talleres Hull Blyth», de la calle López Socas, «entonces Pescadería», que eran de la misma empresa y que estaban en el espacio que hoy ocupa el edifico Mapfre, junto al Mercado del Puerto.

Explica que en esas instalaciones había «unas aljibes que reportaban agua a los barcos que se fondeaban», y que los «marineros habilitaron una aljibe, la limpiaron y sobre ella se empezó a poner cuadernas», como si de un barco de tratara, para hacer la estructura de la ballena que luego «se revistió con caucho».

Apunta que «una vez construida, se hizo un apéndice para posar al muñeco que suplantaba el cadáver del personaje de Gregory Peck» en el rodaje. Un muñeco con el que tiene una divertida anécdota, pues cuenta que Jerónimo Cabrera «me mandó a buscar una plancha que estaba dentro de una caja y cuando la abro, lo que había dentro era el muñeco de Gregory Peck y me pegué un susto», sonríe al recordarlo.

Comenta que al actor lo vio en más de una ocasión. «Venía al taller a ver cómo estaba todo, pues además de ser actor, se interesaba por cómo iba a quedar», dice.

Este carpintero, que con los años dejó el oficio para dedicarse al comercio , afirma que la ballena se hizo «en un tiempo récord de dos meses», y esa premura hizo que «se ganara más en horas extra que en sueldos, porque las pagaban bastante bien».

Además, apunta que aparte del equipo de trabajadores que hizo a Moby Dick, muchas otras personas se beneficiaron de este rodaje en toda la ciudad, y de manera particular «en La Isleta, el Puerto y parte de Guanarteme». Por eso dice que «mucha gente comió de esa ballena, porque había trabajo para todo el mundo».

Relata que el día que se echó al mar, como si de un barco se tratara, la gente que acudió a presenciar la ceremonia en la que incluso hubo bautizo, estaba entusiasmada. «Todos estaban gritando y aplaudiendo», describe con la misma nitidez que si esos hechos hubieran ocurrido ayer, y es que hace gala de una excelente memoria.

La misma memoria que quiere que permanezca en la mente de todos los canarios y de los turistas que recalen en la capital. De ahí su empeño en recabar todos los apoyos posibles para respaldar su idea de colocar una escultura que replique la maqueta original de la ballena a los pies de la pasarela Onda Atlántica, en el lado del Mercado del Puerto, que vaya acompañada de unos paneles explicativos en varios idiomas. «Queremos que el Ayuntamiento nos colabore», dice al tiempo que hace un llamamiento a quienes tuvieron que ver con ese rodaje o a sus familias para que se pongan en contacto con él y «formar un foro que haga presión» para hacer realidad un proyecto para el que ha comenzado a recoger firmas. Ya tiene casi 200.

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