«Estuve hora y media en la parada de la guagua y al final me llevó un vecino»
Vecinos de Hoya Andrea, Almatriche bajo y Cuesta Blanca denuncian que la frecuencia de paso se ha quedado en dos horas tras la pandemia. Guaguas anuncia el refuerzo de la línea 45 a partir del próximo lunes 13
El barrio de Hoya Andrea es un fondo de saco. Detrás de los adosados construidos al borde de la carretera, serpentea un entramado de casas terreras en el que viven casi 3.200 almas. Para salir de allí, el transporte público nunca ha sido la opción más rápida, pero el servicio era esencial para muchos niños que iban a los institutos de otros barrios, para personas mayores que suelen acudir a Las Canteras a pasear, para los enfermos que deben acudir al hospital general de Gran Canaria y, en definitiva, para quienes no poseen coche y tienen que realizar cualquier papeleo en la ciudad. Porque en Hoya Andrea, cuando se refieren al resto de la urbe hablan ya de la capital, «como si fuéramos una aldea abandonada».
Esta sensación de aislamiento se ha visto agudizada tras la pandemia. Después de las restricciones impuestas a la movilidad, el transporte público no ha vuelto a los parámetros habituales. La nueva normalidad del servicio de Guaguas Municipales les obliga a esperar dos horas entre una guagua y la siguiente.
Elías Zaal, uno de los 350 ancianos que resiste en el barrio (el 11% de su población es mayor de 64 años), es una víctima de la nueva normalidad. «Estuve esperando la guagua una hora y media hasta que llegó un vecino y me llevó», explica. Iba al hospital. Llegó tarde. «Tuve que hablar con el personal y a trancas y barrancas me atendieron», detalla, «a mí me gusta ser puntual».
Cuando llamó a quejarse, desde Guaguas le dijeron que debía mirar los horarios en Internet. «Yo no tengo Internet, no hay derecho a esto», se queja.
La última parada de la línea 45 (Santa Catalina-Hoya Andrea) cae en la calle Otoño, en la plaza del barrio. Lo indica un panel metálico junto a la escalera de acceso a la plaza, sin marquesina ni paneles de información del paso de la guagua en tiempo real. Con estas condiciones, se entiende que Elías llegara tarde.
«Que pongan por lo menos el reloj para ver cuándo pasa la guagua», demanda Miguel Nicolás Viera, otro de los vecinos afectados.
Los cambios en el servicio se produjeron justo después de la pandemia. El presidente de la asociación de vecinos San Luis de Hoya Andrea, Carlos González, se queja de que las modificaciones se acometieron sin previo aviso. Antes las guaguas salían cada media hora o cada 35 minutos aproximadamente, mientras que ahora hay que esperar 120 minutos entre una guagua y la siguiente. En estos momentos, desde las 07.15 hasta las 20.00 horas, los vecinos de Hoya Andrea solo tienen siete oportunidades de coger el transporte público.
Otra opción es ir andando hasta la salida del barrio para poder coger la 47 (Puerto-Tamaraceite) o la 91 (Teatro-Tamaraceite) pero eso obliga a caminar durante más de un kilómetro, algo complicado para los mayores de Hoya Andrea.
Yaris Jaquez tenía una cita en la oficina del paro de la zona Puerto a las nueve de la mañana. «O cogía la guagua de las siete y cuarto o me iba andando fuera para coger la 47», expone, «y a la vuelta, si hubiera cogido la 45 tendría que haber esperado hora y media en la parada».
Los vecinos aseguran que el recorte en la movilidad que ha sufrido el barrio tiene consecuencias en la vida interior del vecindario. «Después de la pandemia se acabó el movimiento y la gente ya no se acuerda de coger la guagua porque es un sacrificio», expone Domingo Ojeda, «no te puedes permitir emplear cuatro horas para hacer cualquier cosa».
Elvira Santana se queja de que ya no puede subir al cementerio porque sin la guagua le resulta muy complicado salir del barrio, sobre todo después de que se cayera y le tuvieran que poner 35 tornillos en el brazo.
La próxima semana
Desde la compañía Guaguas Municipales se explicó que el motivo de la reducción del servicio se debe a carencias de recursos humanos. «No hay suficiente personal disponible en estos momentos», explicaron fuentes de la empresa, «tenemos un 20% de los conductores de baja, derivado de que muchos fueron declarados como personal de riesgo durante el estado de alarma y la Seguridad Social es la responsable de dar las altas». Además, en estos momentos hay otro bloque de conductores que está de vacaciones, lo que agrava aún más el problema.
La empresa indica que ante estas restricciones, el criterio de reorganización recomendado por la Autoridad Única del Transporte ha sido aumentar la oferta en aquellas líneas donde más demanda había o no existía otra alternativa de movilidad. «La línea 45 tiene una media actual de trescientos viajeros al día», expusieron.
Las mismas fuentes detallaron que «en septiembre se recupera el servicio en su totalidad». La línea 45 «se encuentra en el listado de líneas preferentes» y a partir de la próxima semana se incrementará la dotación en este servicio.
«Estamos tratando de optimizar los recursos, que son limitados, aunque somos conscientes de que estas restricciones acarrean inconvenientes para algunos clientes», concluyeron.
El presidente de la asociación de vecinos de Hoya Andrea cree que el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo, «no debería recortar» en el servicio de transporte público. «Que recorte del presupuesto de las fiestas», le aconsejó Carlos González.
En el barrio existe el miedo de que la situación se cronifique o, incluso, empeore. «Tenemos el temor de que nos quiten la guagua porque digan que la gente ya no la coge», puntualiza Carmen Ascensión.
Por su parte, el representante vecinal de Almatriche bajo y Cuesta Blanca, Martín Quintana, lamenta que las paradas de guaguas no tengan marquesinas. «Brillan por su ausencia», dijo, «ya que el Cabildo de Gran Canaria las tiene acumuladas en el intercambiador de Cruz del Ovejero, que las utilice».
Además, desde los dos barrios se reclama la utilización de un solar municipal que se encuentra rodeado por la calle Serventía y que mide unos 9.000 metros cuadrados. «Demandamos un gran parque con una zona verde, un área de juegos infantiles, un parque para perros y zonas de aparcamiento», expuso Quintana. En el planeamiento aparece el solar dividido en tres espacios libres.