Borrar
Doctor Chiscano, «la ciudad sin ley»

Doctor Chiscano, «la ciudad sin ley»

Los vecinos de la calle Doctor Chiscano denuncian la invasión de la acera por parte de vehículos que aceden a un solar que usan como aparcamiento y los problemas de seguridad que genera a los peatones, además del deterioro que causa a la zona.

Jueves, 1 de enero 1970

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

«Si esto lo hacemos en Rafael Cabrera o en Mesa y López nos multan porque estamos poniendo en peligro a los peatones», apunta Angélica Sánchez, presidenta de la mancomunidad de propietarios que conforman cinco edificios de la calle Doctor Alfonso Chiscano Díaz, al referirse al uso que hacen los vehículos privados de un solar ubicado en pleno barranco y que se ha convertido en un improvisado aparcamiento al que acceden invadiendo la acera a través de un paso de peatones, pese a la presencia de viandantes.

«No solo está deteriorando toda la acera, sino que en pone en peligro a la gente», indica al tiempo que no duda en señalar que esta circunstancia convierte a esta calle en «la ciudad sin ley».

«Los coches caminan hasta 50 metros por la acera», denuncia Natalia Vidanes, otra vecina afectada y que en más de una ocasión se ha topado de frente con un coche que usa la acera para salir o entrar en el improvisado garaje, mientras transita por la zona con el carrito de su hijo.

Los residentes en esta parte de la ciudad aseguran que el problema viene de viejo, pero que «con la construcción del Lidl empeoró», ya que si bien la entrada al estacionamiento de esta superficie comercial se realiza por la avenida Juan Carlos I, «la salida da a Doctor Chiscano», con lo que la saturación de tráfico en esta parte de la ciudad se ha complicado.

«Ahora el tránsito está tranquilito, porque estamos en agosto», señala Óliver Gutiérrez, vicepresidente de uno de los cinco edificios de la mancomunidad, mientras se tiene que apartar de la acera para que un coche pase por ésta para estacionar en un solar que, recuerda, «es un barranco y es el desahogo cuando llueve».

Angélica recuerda que esta práctica habitual en la zona además de ser «un peligro» para los peatones y de provocar el «deterioro del pavimento», genera un problema añadido, «los enfrentamientos» que se producen entre los conductores que pretenden invadir la acera para acceder al el aparcamiento y las personas que hacen uso de la misma en su condición de peatones. Sus palabras se interrumpen para dejar pasar a otro coche que circula por la acera para salir por el paso de peatones a la vía.

Natalia apunta que en su día se instalaron tres bolardos a cada lado del primer paso de peatones que se ubica en la calle, entrando desde la avenida Juan Carlos I, pero desapareció uno de ellos en el sentido subida, dejando espacio suficiente para que accedan los vehículos por la acera al solar. Añade que ese elemento persuasor «lo quitaron para poder meter los coches» y que el Ayuntamiento «reparó» la oquedad con cemento, «pero no lo repuso». Además, recuerda que había unas grandes piedras que impedían entrar al solar y que también alguien movió.

Señala, asimismo, que los coches que salen del solar que hace las veces de parquin evitan recorrer toda la vía y realizan un cambio de sentido utilizando para ello la entrada del garaje de su edifico, con el deterioro que ello ha generado a unos propietarios que hacen frente a una elevada cuota de comunidad. Además, expresa su queja por el hecho de que «al fondo de la calle hay aparcamiento», pero para eso los conductores han de recorrer unos metros más y «esto es más cómodo».

Por su parte Angélica señala que si el solar es del Ayuntamiento, lo que debería hacer es regular el estacionamiento «como se ha hecho en los centros de salud» y que habilite un acceso en condiciones.

Además, se queja de que este problema, que dice ha denunciado en innumerables ocasiones al Ayuntamiento mediante escritos, es solo una muestra del abandono que vive una zona residencial, «en la que se paga una contribución de cerca de 500 euros». Así habla de que no existen papeleras, no se atiende la petición de poda de los árboles, no existe un pipi can y carece de zonas de esparcimiento infantil. «No hay parques para los niños», corrobora Óliver Gutiérrez.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios