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La insolidaridad y la falta de respeto por lo público prenden tan rápido como el fuego que ha derretido un total de 56 contenedores de basura en lo que vamos de año. De acuerdo a los datos del servicio municipal de Limpieza, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria se ha visto obligado a reponer un total de 36 depósitos de recogida domiciliaria; ocho más de vidrio; otros nueve de plástico; y tres de papel y cartón.
Esta práctica, dañina para las arcas municipales y peligrosa para los vecinos que viven cerca del lugar en el que se produce la combustión, parece retomar fuerza en la ciudad. De mantenerse la tendencia actual, con ocho repositorios calcinados al mes, el presente año acabará con casi un centenar de contenedores quemados por el vandalismo.
Esto supone un repunte en estos actos vandálicos y puede colocar al año 2021 como el peor del último cuatrienio. La estadística municipal recuerda que en 2020 ardieron 74 depósitos de basura; en 2019 fueron 77 los calcinados; y en 2018 fueron reducidos a ceniza un total de 51.
Como puede comprobarse, en lo que vamos de año ya se ha superado el número de contenedores quemados en todo 2018.
La proyección hasta diciembre indica que, de mantenerse el ritmo actual, el presente 2021 acabará con más de noventa depósitos de basura incendiados, lo que representa niveles similares a 2015 (96), pero algo por debajo de la situación que se padeció en 2017, cuando se prendió fuego a 105.
La 'moda' de quemar contenedores ha tenido dos momentos álgidos en la historia reciente de la capital grancanaria: el primero se dio entre marzo de 2008 y los primeros días de 2009, cuando fueron calcinados un total de 184 depósitos; y el segundo, entre enero de 2012 y octubre de 2013, cuando se perdió un total de 196 unidades.
Lógicamente, estos hechos tienen un coste económico al que no pueden sustraerse las arcas públicas. En lo que vamos de año, la reposición de los contenedores calcinados ha tenido un coste total de 31.271 euros, según los datos ofrecidos por el servicio municipal de Limpieza.
La quema de los contenedores de basura orgánica ha costado a los ciudadanos, entre enero y julio, más de 13.000 euros, con un desembolso medio por depósito de 383 euros. Luego hay que sumarle otros 4.500 por los contenedores en los que se deja el vidrio, y que tienen un precio unitario en torno a los 564 euros; otros 9.000 euros más por los de color amarillo, que suelen rondar los 1.076 euros cada uno; o los casi 3.600 euros que ha habido que pagar por los tres contenedores azules quemados, cuyo precio por unidad ha sido de unos 1.198 euros.
En el dinero que cuesta reponer los contenedores que son pasto de las llamas no se incluye el coste de la extinción, en el que hay que sumar los litros de agua empleados y el combustible consumido para desplazar a los agentes del servicio de extinción de incendios y salvamento a la hora de sofocar las llamas.
Tampoco se pueden calcular aquí los costes que pueden representar para algunos particulares cuando las llamas afectan a las fachadas de sus viviendas o terminan quemando algún vehículo que estaba estacionado junto al contenedor de basura que ha sido incendiado.
De ello dan buena fe algunos vecinos de la calle Luis Antúnez con Víctor Hugo, que en el pasado verano tuvieron que desalojar su casa a consecuencia de la altura que cogieron las llamas. Y era ya la tercera vez que ocurría. O los propietarios de dos automóviles que se vieron afectados por el fuego que se produjo en un contenedor de basura en la calle Tomás Morales a fines del mes pasado.
Por eso, desde el servicio municipal de Limpieza del Ayuntamiento se lanza siempre un mensaje a la ciudadanía para que, en la medida de lo posible, colabore para lograr la identificación de los autores de estos hechos. Se aconseja llamar al 092 si se presencia la quema de contenedores en la capital grancanaria.
La quema de contenedores ha tenido un coste de 378.720 euros para los ciudadanos de la capital grancanaria en el periodo comprendido entre 2015 y 2020. Se trata de un dinero que sale de nuestros impuestos y que no ha podido ser empleado en otras necesidades que tiene Las Palmas de Gran Canaria. Ese dinero, por ejemplo, hubiera servido para adquirir alrededor de diecisiete motocicletas nuevas para la Policía.
A eso hay que añadir la cuantificación del gasto en que incurre el servicio de extinción de incendios cuando se calcina un contenedor. La intervención de un equipo de primera salida, compuesto por cuatro o cinco agentes, más el uso del agente extintor que se utilice -agua o espuma- y la cantidad que se emplee, hacen que cada extinción del fuego de un contenedor tenga un coste adicional para el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria de unos 500 euros de promedio.
Y eso, por no citar el peligro al que se exponen los bomberos. «Aunque parezca un servicio de poco calado, tiene bastantes riesgos para la salud y seguridad por la cantidad de gases combustibles, de carácter altamente tóxico, irritante y cancerígeno que se producen», explican los agentes consultados por este periódico, «y eso sin contar los materiales que tira la gente a la basura, que pueden ser explosivos, como botes con gases a presión y demás».
Los contenedores de fibra, como los verdes y azules, son los que resultan más difícil de extinguir, por su composición.
Con datos de 2019, la ciudad tiene 5.138 contenedores de residuos orgánicos; 916, de papel; 1.118, de envases de plástico; 1.373, de vidrio; y 966 de residuos comerciales que son de titularidad privada.
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