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La ubicación geográfica de Canarias lleva por antonomasia el sobrenombre de 'estratégica'. Una condición que, como casi todo, tiene su cara y su cruz. Una de sus grandes desventajas es que está situada en el paso de la «droga estrella»: la cocaína. «Estamos en un período de crecimiento del tráfico de cocaína transoceánico y en la ruta atlántica, y el archipiélago confluye en medio de esta ruta y de la africana, la doble vertiente del tráfico de drogas».
Así lo manifiesta el inspector jefe y responsable de la Unidad de Droga y Crimen Organizado (Udyco) de la Brigada Provincial de la Policía Judicial de la Jefatura Superior de Canarias, quien prefiere preservar su identidad debido al cargo que ostenta. La función básica de la Udyco consiste en «establecer investigaciones que consigan poner los medios de pruebas suficientes y de calidad contrastada para lograr condenas por los delitos de tráfico de drogas, contra la salud pública y otros conexos», detalla.
La realidad de quienes combaten el tráfico de drogas está marcada por el auge del conocido como polvo blanco y del itinerario atlántico. Tanto es así que las Naciones Unidas hablan de «una pandemia de cocaína cruzando el Atlántico hacia Europa». Existen fundamentalmente tres motivos: «La bajada potencial del precio de la cocaína, prácticamente a la mitad que hace cinco años, la superproducción en origen y un cambio de estrategia de las organizaciones distribuidoras», desvela el inspector jefe.
La nueva maniobra se basa en «inundar la fachada atlántica, tanto de la costa de África como de España y Portugal, con grandísimas cantidades de cocaína». Algo que se resume en «mandar cuanto más mejor», pues las organizaciones distribuidoras se han dado cuenta de que cuanto más envían, «menos capacidad de reacción» tienen los agentes. «Si mandan cinco barcos podremos coger uno, pero cuatro pasarán», especifica.
Por ende el número de aprehensiones termina multiplicándose: «Tenemos el orden de una aprehensión al mes en el Atlántico con cantidades que van de una a seis toneladas; hay una gran afluencia de cocaína ahora mismo en este océano», incide.
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Tal es la situación que el 80% de las investigaciones relacionadas con el tráfico de drogas acaba en «tráfico de cocaína con otras cosas conexas, porque hay cocaína con sintéticos o con hachís. Por ejemplo, Hattori Hanzo es una operación que tocaba todos los palos», alude así a la trama que afecta a una empresa de transporte del Puerto de la Luz y que se ha saldado, por el momento, con nueve personas investigadas.
Pero eso no es todo. Existe el riesgo de que parte de esa droga que pasa por el archipiélago se quede, impulsando a los narcos locales. «No toda la droga que entra en Canarias es para Canarias, porque es un punto de paso, pero siempre queda algo que acaba integrándose en el tejido social de las islas, creando pequeños grupos de presión de narcotraficantes locales que poco a poco van creciendo, porque cuanto mayor es el margen de beneficios, más les interesa que la droga pase», ahonda.
La unidad trabaja actualmente en 33 investigaciones, aunque no todas están judicializadas. Si bien, entre el 30 y el 40% de los casos suele terminar con una causa judicial abierta; la cifra se eleva a 48 si se tienen en cuenta los últimos cinco años.
En la actualidad, son 42 los agentes que luchan contra el tráfico de estupefacientes, divididos en cuatro grupos, número que puede aumentar a cinco o reducirse a tres en función de las necesidades.
La labor es ardua, pues las pesquisas que desarrollan son «generalmente de largo recorrido, suelen prolongarse entre tres meses y un año». «Lo normal es que los grupos lleguen y retomen el día a día de sus investigaciones, con vigilancias, control de las medidas judiciales, como las escuchas telefónicas o sistemas de localización, realización de informes diarios sobre la actividad de las personas, aparte del cotejo de las bases de datos o la búsqueda de archivos», explica el superior.
33 investigaciones abiertas
30-40% porcentaje de casos que se judicializan
48 investigaciones judicializadas en los últimos cinco años
El grupo 4 de la Udyco consiguió desmantelar la trama Hattori Hanzo en un plazo de nueve meses; todo comenzó en agosto de 2023 y no fue hasta el pasado marzo que dio el golpe a la compañía logística.
Pese a ello, para el inspector jefe el auténtico triunfo de la unidad es «la condena, y no una cualquiera, sino cuando es suficientemente importante como para desactivar la organización durante un tiempo. No hay organización que se desactive y no reaparezca; al final es la carrera del gato y el ratón».
La complejidad radica en que las organizaciones aprovechan ese parón para reinventarse y mejorar sus procedimientos, haciendo uso de las nuevas tecnologías al margen de la ley, algo que las fuerzas de seguridad no pueden realizar y terminan acusando. «Esto ralentiza mucho el problema», sentencia.
El coordinador de la Udyco lleva desde el año 2006 en sus filas y asegura que lo principal para acceder a ella es «tener una vocación importante». «Esta área exige una dedicación y disponibilidad más que ninguna otra», concluye con una media sonrisa que no da lugar a dudas.
Otro fenómeno archiconocido en el tráfico de drogas que afecta a España, especialmente al Estrecho de Gibraltar, es el de las narcolanchas. Un método que desde sus orígenes ha estado relacionado con el movimiento de hachís desde el norte del continente vecino, pero que ahora también «se ha metido en la cocaína, porque África está llena de cocaína».
El cerebro de la Udyco en Canarias esclarece que en las islas no existe esta problemática, pues no operan embarcaciones de este tipo. Sí lo hacen otras «más pequeñas y modestas», que, además, practican un 'modus operandi' diferente: «No se acercan a las costas, sino que se utilizan para alijar embarcaciones nodrizas a unas 40 o 50 millas».
El inspector jefe también desliga la llegada de pateras del tráfico de estupefacientes. «En términos generales, son dos actividades económicas diferenciadas y nadie mezcla drogas con inmigrantes. En algunos casos muy concretos sí se ha podido ver, en embarcaciones de menor tamaño de cinco o seis personas, no los cayucos en los que llegan cien, que aprovechan el viaje para meter algunos fardillos, porque es la manera que tienen de pagar el propio desplazamiento», abunda.
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