La Audiencia Provincial señala para julio las dos semanas de juicio contra el fotógrafo Luis Jorge
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La Sección Primera celebra del 13 al 23 un caso donde el acusado se enfrenta a 187 años de cárcel por aprovecharse, de 41 menores, según el fiscal
La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas ha señalado para el mes de julio el juicio que sentará en el banquillo al fotógrafo grancanario Luis Jorge M. E. y que se enfrenta a una petición de pena de 187 años de cárcel por aprovecharse -presuntamente- de 41 víctimas menores de edad a las que captó imágenes desnudas o en actitud erótica en el ejercicio de su desempeño profesional, según la Fiscalía Provincial de Las Palmas. La defensa, ejercida por los letrados Francisco Mazorra y Alfonso Dávila, interesa su libre absolución.
El encausado se sentará en el banquillo del martes 13 al jueves 15 y del martes 20 al viernes 23 en ocho intensas jornadas en las que, aparte de Luis Jorge M. E., declararán 67 testigos, nueve agentes de policía y siete peritos.
Según José Antonio Díez, fiscal delegado de la sección de Delitos Tecnológicos, desde el año 2013 hasta marzo de 2018 -cuando fue detenido por efectivos de la Policía Nacional-, el acusado se dedicó a realizar trabajos como fotógrafo aficionado, manteniendo tratos habituales con otros profesionales del sector. Con el tiempo, llegó a ser director y socio de la agencia de modelos llamada Moodels Canarias y contactaba a través de redes sociales tales como Instagram, Facebook y WhatsApp, con jóvenes mayores y menores de edad que pudieran tener interés en participar en la elaboración de reportajes fotográficos «de modelaje», según sostiene el Ministerio Público en unos hechos que comparte con las dos acusaciones particulares personadas en este procedimiento.
De modo sistemático, Luis Jorge M. E. «evitaba» presuntamente la presencia de los padres de las menores en el local donde realizaba las sesiones, que se trataba de un garaje acondicionado como estudio fotográfico situado en el barrio capitalino de El Batán. Cuando se citaba con las víctimas para hacerles las sesiones de fotos, «proponía a éstas que se quitasen la ropa y posasen en actitud sugerente o sensual, en gestos eróticos, mostrando los pechos, así como completamente desnudas, en orden a confeccionar los correspondientes archivos informáticos de imagen de las menores», determina el fiscal Díez.
Esta parte considera que Luis Jorge M. E. «convencía en la mayoría de los casos» a las chicas, aprovechándose «de la ilusión de las menores de edad de llegar a ser modelos profesionales, diciéndoles que para estar a la altura de tal nivel profesional debían tener plena confianza con el fotógrafo y perder la vergüenza», expone con detalle el escrito de acusación.
Utilizando este 'modus operandi', Luis Jorge M. E. presuntamente realizó fotografías de carácter sexual a 41 menores de edad entre los periodos comprendidos entre 2013 y marzo de 2018 a chicas que tenían edades que iban desde los 14 a los 17 años.
Fue descubierto a raíz de la denuncia presentada por una menor en febrero de 2018 a la que, según consta en autos, intentó convencer para fotografiarla desnuda. Agentes del Grupo de Delitos Tecnológicos de la Brigada Provincial de Policía Judicial encontraron durante una entrada y registro y en el doble fondo de un colchón de la vivienda familiar del fotógrafo, varios dispositivos de almacenamiento con presunta pornografía infantil de las 41 menores localizadas. En ningún momento el investigado entregó estas imágenes a las jóvenes y solo les hacía llegar las primeras que tomaba en las sesiones.
Hay que destacar que en cinco de los casos, las denunciantes no accedieron a las supuestas pretensiones del fotógrafo. A una chica, entre 2013 y 2015 el acusado le insistió para que posase desnuda hasta que consiguió fotografiarla mostrando los pechos pero con el pezón cubierto. En otro de los casos investigado, quiso captar imágenes de una modelo de 14 años desnuda, pero la menor no accedió a sus pretensiones.
La defensa insiste en su inocencia y dice que nunca «imponía» el tipo de fotos que hacía a las modelos
Los letrados Francisco Mazorra y Alfonso Dávila argumentan en su escrito de defensa que el acusado es inocente al entender que las imágenes incautadas no se correspondían al concepto de pornografía infantil que establece la jurisprudencia aportada ya que «el puro y simple desnudo no puede integrarse en el tipo penal». Invocan también al principio de 'in dubio pro reo' y a la presunción de inocencia como elementos exculpatorios.
Se queja esta parte de que las acusaciones y el fiscal muestran al acusado «como una persona que se conduce por sus instintos sexuales y que trata de satisfacerlos por medio de las conductas de las que se le acusa», incluso dando a entender que «buscaba mediante la actividad fotográfica, satisfacciones libidinosas». Las mismas, añade, «las llevaba a cabo prácticamente escondiéndose en una cochera-garaje, en cuyo lugar saciaba y culminaba sus actividades engañosas», apunta. Pero «nada más lejos de la realidad», responde la defensa, detallando como Luis Jorge era un profesional de dilatada trayectoria en el campo audiovisual y fotográfico, con premios y exposiciones en su currículum, además de haber gestionado la agencia Planet Models y Models Canarias. También acumula «estudios, cursos y experiencia profesional como técnico y trabajador del Servicio de Urgencias y Emergencias», hechos que a juicio de la defensa sustentan la «convicción» de que el acusado «ejercía una actividad profesional y nunca dicha actividad lo era en el sentido que exponen las acusaciones, esto es, cual si depredador sexual que trataba de satisfacer inconfesables deseos».
Además, puntualiza que «lo que por parte de las acusaciones se tilda como garaje-cochera», apunta, «era su estudio profesional» con una zona de maquillaje, sala de estar, un cuarto de aseo-baño y una zona destinada al atrezzo y al trabajo fotográfico.
Inciden los letrados en que Luis Jorge «recibía a los padres de las modelos, departía con ellos, les explicaba el trabajo que realizaba» y «en dicho lugar se firmaban los diferentes contratos». Incluso, sostienen que «la puerta de entrada desde la calle estaba abierta, ya que se accedía al interior del estudio sorteando un biombo».
«En absoluto» buscaba el encausado para estos letrados «que los padres no estuvieran presentes. Las sesiones fotográficas lo eran con consentimiento de los mismos, y en cualquier caso, nunca se imponía» el que las modelos «hicieran algo con lo que no estaban conformes. De haber sido así, los propios padres que acudían a las sesiones se hubieran dado cuenta», argumenta esta parte.
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