Michael, en el muro que usan los mayores a falta de banco. / Cober

«Desde 2018 estamos esperando por un banco»

Toscón Bajo. La asociación vecinal El Camino reclama respuestas a «reivindicaciones históricas» del barrio en materia de transporte público, dotaciones o mobiliario urbano

Rebeca Díaz
REBECA DÍAZ

Los vecinos del Toscón Bajo aprovecharon l a visita que el alcalde de la capital grancanaria, Augusto Hidalgo, realizó en octubre de 2018 a la zona para hacerle llegar algunas de las «reivindicaciones históricas» de un barrio que no demanda «obras faraónicas», sino pequeñas actuaciones que mejoren la vida de sus residentes, explica Michael Díaz Moreno, de la asociación vecinal El Camino.

Unas demandas que aún no han sido atendidas. «Desde 2018 estamos esperando por un banco», expone el representante vecinal a modo de ejemplo de la falta de respuesta institucional a las necesidades de un núcleo poblacional que se siente desatendido. «Le pedimos al alcalde que pusiera un banco para los mayores en la calle El Cantero», una zona en la que se suelen reunir por las tardes, a la que también acuden a jugar los pequeños del barrio, y a falta de otra cosa se sientan en los bordillos y en un murete que mira al barranco.

El portavoz vecinal dice que el hecho de que los menores del barrio jueguen en plena calle o en el barranco se debe a la falta de equipamientos que presenta la zona, pues no hay un parque infantil para ellos pero tampoco una zona para que los jóvenes hagan deporte.

Explica que estas carencias también se han expuesto al Ayuntamiento y apunta que el argumento que se esgrime desde el Consistorio para no dotar al barrio de este tipo de equipamiento es su «ubicación».

Pero el portavoz de las asociación El Camino asegura que este núcleo cuenta con «una parcela de unos 15.000 metros cuadrados» de propiedad municipal que tiene reconocido un «u so deportivo».

Además, señala que los vecinos no piden una gran obra porque son personas concienciadas con el lugar en el que viven. «Somos un barrio natural», dice en relación a su situación en un entorno rural. Por eso reclaman alguna actuación más blanda que permita a los niños y jóvenes del barrio entretenerse y ejercitarse.

Añade que en la visita del alcalde de 2018, el técnico que le acompaña le dio algunos argumentos para desestimar esa propuesta que no acabaron de convencerle. «Tenemos todo el campo del mundo, pero nos dicen que no hay espacio», afirma.

Apunta que ante la insistencia del barrio sobre este punto, desde el Consistorio les plantearon como posible solución « quitar una calle y dejarla como parque».

El guante lanzado por la administración local fue aceptado por la asociación de vecinos, que ha presentado a « Participación Ciudadana» una propuesta «para convertir en rodonal la calle El Cantero, que es recta», y dejarla «con un único sentido de circulación» en lugar de «los dos actuales» y primar el uso peatonal.

El objetivo, dice, es que los niños puedan jugar con tranquilidad y los mayores encontrarse en ella sin peligro, algo que en estos momentos no es posible porque los coches que acceden a esta vía procedente de la calle El Taxista lo hacen «a una velocidad endiablada, porque todo el mundo va con prisa». Por lo que han optado por «poner un cono para que aminoren la marcha», sobre todo por las tardes, cuando los niños están en la zona.

El portavoz vecinal afirma que la circulación en la zona es más importante de lo que se pueda pensar de un barrio pequeño porque mucha gente lo usa como atajo para ir a Las Mesas. «Hay más tráfico del que parece», indica. De ahí que la asociación vecinal reclame la colocación «de bandas reductoras» que obliguen a los vehículos a aminorar la marcha en esta zona.

También cree que ha llegado el momento de volver a pintar las señales de tráfico horizontales, «porque algunas ya ni se ven», e instalar algunas verticales.

También lamenta el estado que presentan las aceras del barrio, que «están hechas polvo», con hundimientos en algunas zonas, roturas en otras y mucha vegetación campando a sus anchas.

Asimismo, señala la existencia de « una calle sin urbanizar en el barranco» que tiene «problemas cada vez que llueve porque se desborda la alcantarilla» y el río de aguas fecales hace que algunos vecinos no puedan salir de sus casas. «Esto es insalubre», denuncia.

Pero no es el único asunto relacionado con alcantarillas que critica, pues señala que las del barrio están tupidas por la vegetación porque no tienen mantenimiento. Y añade que a pesar de que esta es una demanda que se aprobó en los presupuestos participativos, no se ha materializado aún, «porque todavía están ejecutando los de 2018».

Del mismo modo, llama la atención sobre el muro de la calle El Alfarero, que «s e está venciendo» también a causa de los vertidos fecales que a veces se registran en esa parte del barrio, asegura.

Otra de la reivindicaciones del Toscón Bajo tiene que ver con el servicio de transporte público que los vecinos entienden que no cubre sus necesidades. Así, apuntan que «las guaguas amarillas no llegan» y piden que la que «va hasta Ciudad del Campo continúe su servicio hasta este barrio». Y es que aseguran que la línea 216 de Global (LPGC- El Toscón-Teror) «pasa una vez cada hora y los sábados el ultimo servicio es a las 20.24 horas», lo que limita la movilidad de los vecinos.

El portavoz vecinal critica que no se atiendan sus demandas pese a pagar «un IBI como si estuviéramos en Ciudad Jardín».