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La GC-1 muestra la peor cara de Gran Canaria

La GC-1 muestra la peor cara de Gran Canaria

No solo las inmediaciones del aeropuerto de Gran Canaria y el trayecto que dibujan los aviones para aterrizar o despegar ofrecen una imagen deplorable como carta de presentación. También la GC-1, el principal corredor en ambas direcciones desde la capital hasta el sur, en concreto hasta el mayor municipio turístico de Canarias, luce una imagen de descuido y suciedad que contrasta con la imagen turística de la isla. El Cabildo presentó un plan de embellecimiento

Jueves, 1 de enero 1970

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El viaje desde Las Palmas de Gran Canaria a San Bartolomé de Tirajana se convierte en un inventario improvisado de escombros que degradan el paisaje y la imagen de la isla. Cartelería ilegal, solares convertidos en vertederos, medianas descuidadas, jardines desatendidos y palmerales en descomposición, invernaderos abandonados, grafitis, edificios derruidos, chozas y basura, mucha basura... Y no solo en sentido sur. Con el incremento del turismo urbano la GC-1 es utilizada cada vez más por los visitantes que pasan sus vacaciones en la ciudad, con el incremento camas y la construcción o rehabilitación una veintena de establecimientos hoteleros, o los que se desplazan desde el sur por la oferta culturales o de ocio.

La excursión por la inmundicia comienza en la entrada de la capital. Al impacto visual que supone la presencia de las gigantes torretas de la luz y el entorno plomizo e industrial de la potabilizadora, se suma la suciedad de la mediana que separa los carriles, los grafitis que dan la bienvenida a la ciudad y la presencia fantasmagórica de los restos del Tívoli y la gasolinera de La Laja. Solo un plan para adecentar la playa y sus accesos con la escultura de El Tritón que se quedó a medias en 2011 disimuló una carta de presentación lamentable.

La situación empeora tras abandonar la urbe

La imagen al pasar por Jinámar y llegar a la zona comercial de Telde no mejora a pesar de concentrar tres centros comerciales y un campo de golf en apenas dos kilómetros. A pesar del plan para eliminar todas las vallas publicitarias, este municipio sigue acumulando la mayoría de los carteles gigantes tanto en dirección norte como de camino al sureste.

Con el cableado de alta tensión, las zonas industriales sin ordenar, casas abandonadas pintadas con anuncios y jardines descuidados, la entrada a La Pardilla y los alrededores de La Estrella son de las zonas más degradadas de la isla. Además, aquí también se localizan invernaderos abandonados y zonas agrícolas y ganaderas en las que se acumulan los plásticos, escombros y chozas en mal estado para animales junto a la autovía.

Tras abandonar Telde, la situación no remonta al llegar al sureste. Mientras el tramo del aeropuerto está aparentemente en buenas condiciones, detrás de los árboles y flores plantadas estratégicamente para que no se vea la basura a golpe de vista, también se localizan restos de viviendas, pintadas e plantaciones en malas condiciones que sí se aprecian desde una guagua. Con la proliferación de tomateros o cultivos de pepinos, el sureste está plagado de zonas muertas. Lugares donde muchas estructuras de plástico, como plasmó días atrás este diario, han sido abandonadas y se han convertido en vertederos ilegales por culpa de la desidia de empresas e instituciones públicas.

Maquillaje lateral

Si bien se han limpiado los laterales de la autopista, incluso con elementos decorativos para tapar la cochambre, se divisan fácilmente montañas de plásticos, cucañas de restos de invernaderos o chozas de animales en los márgenes de la carretera. Incluso la escultura que anuncia del inicio del municipio de Agüimes a pocos metros del campo de fútbol del Carrizal decorado con innumerables grafitis, está situado delante de una estructura agrícola en descomposición y manchada con pintadas. Todo un reclamo...

El viaje prosigue entre secarrales salpicados de porquería y estructuras en desuso de lo que un día fue una próspera zona de cultivo. Restos de otra época que ahora parecen un campo minado de basura y dejadez ciudadana e inacción administrativa. Si Telde se lleva la palma en vallas de publicidad ilegales, Vecindario no le va a la zaga en cuanto a la publicidad exterior sin orden ni criterio. Los cartelones son como bofetones gigantes para el visitante (también para los oriundos) de publicidad poco persuasiva y sutil. Estos símbolos de propaganda ochenteros se levantan también entre mares de plástico abandonados blandidos y desmenuzados por el viento que azota el sureste y que adornan, entre pintadas y contaminación, la entrada al mundial de windsurf de Pozo Izquierdo con el principal centro comercial y el mayor hotel del sureste como testigos avergonzados.

La misma estampa se repite a pocos kilómetros del sur. El vertedero de Juan Grande es un ejemplo del despilfarro y consumismo desbocado que castiga el Medio Ambiente. La foto de los tétricos invernaderos o los socavones creados por empresas de áridos que se comen el paisaje, se suma como condimento a la estampa de la basura que vuela desde el complejo ambiental o ecoparque (eufemismo irónico de vertedero) que da la bienvenida a San Bartolomé de Tirajana.

Un palmeral seco y grafitis dan la bienvenida a Playa del Inglés

La idílica estampa de las dunas de Maspalomas por la autopista a la altura de San Agustín se ve manchada con los árboles secos y plantas muertas de las lomas que abrazan el itinerario hacia el arenal. Si la imagen de la basura que vuela habitualmente del vertedero de Juan Grande, los invernaderos abandonados, los mensajes con piedras blancas en las montañas o las pintadas en carteles o muros suponen una carta de presentación funesta para el mayor municipio turístico de Canarias, peor es aún la fotografía de palmeras famélicas y descuidadas y arbustos grisáceos inertes justo a la entrada de Playa del Inglés.

También el entorno del solar en el que ya se construye el nuevo parque acuático del sur da un aspecto deplorable con pintadas y basura a la entrada de la zona turística o San Fernando. Cientos de grafitis y carteles publicitarios desgastados se acumulan en puentes, medianas y muros de camino a Maspalomas. Y así hasta Mogán, que no se libra del incivismo y la desidia administrativa a pesar de también su condición turística.

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