Cien años del 'Scala Coeli' de Teror
«A la fábrica altiva y severa como una abadesa de sangre real, le han puesto un tocado campesino de tejas bermejas»
José Luis Yánez
Cronista Oficial de Teror
Viernes, 10 de enero 2025, 22:58
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José Luis Yánez
Cronista Oficial de Teror
Viernes, 10 de enero 2025, 22:58
El dominico santanderino José Cueto y Díez de la Maza fue preconizado por León XIII como obispo de Canarias, tras el gobierno de José Pozuelo, el 1 de junio de 1891. Fue consagrado en Ocaña en cuyo convento de Frailes Dominicos había ingresado a los ... 17 años.
Nada más llegar emprendió una amplísima labor de construcción de iglesias por los distintos pueblos de la diócesis; amén de intentar solucionar desde sus medios aquellos aspectos que, dependiendo de los poderes públicos, mostraban más necesidades: la educación y la atención sanitaria.
Tal como afirmó uno de sus biógrafos, el Padre Cueto «preocupado porque sus fieles estuviesen suficientemente atendidos espiritualmente, logró que se establecieran en su diócesis los religiosos franciscanos, paúles, cistercienses, hermanos de la Escuelas Cristianas, hermanitas de los pobres y siervas de María».
Con Teror en concreto, mantuvo desde un primer momento una relación serena, cordial y de plena implicación en todo lo concerniente al Santuario. Y la Virgen del Pino lo enamoró. Falleció en Las Palmas el 17 de agosto de 1908. El 22 de septiembre en la iglesia del convento terorense del Cístersolemnes se celebraron funerales por su eterno descanso. En el centro de la iglesia se levantó un catafalco y asistieron, todo el clero residente en esta villa, ayuntamiento, presidente y socios de la Adoración nocturna, además de los muchos fieles que estimaban profundamente al obispo que durante los 17 años que presidió la diócesis manifestó de muchas maneras su querencia hacia la Villa y hacia la Virgen del Pino.
Por ejemplo, en la madrugada del 15 de octubre de 1896 una inmensa peregrinación reunió en Teror a más de diez mil personas que llegaron por la carretera del norte y a los que acompañó en un primer momento del trayecto la imagen de Santa Teresa de Jesús. La peregrinación había sido convocada por el obispo José Cueto y Díez de la Maza un mes antes para pedir a Nuestra Señora del Pino por la pronta terminación de la guerra de Cuba, iniciada el 24 de febrero de 1895 en treinta y cinco localidades cubanas con el conocido como «Grito de Baire».
Para que todo aquello que estaba preparando luciese más y la Virgen del Pino recibiese la Peregrinación tal como el entendía que debía hacerlo, el obispo vino a la Villa el 30 de septiembre de 1896. Subió al Camarín y después de rezar ante la imagen acompañado de varios sacerdotes colocó él mismo sobre el pecho de Nuestra Señora del Pino su pectoral de oro cubierto de amatistas y brillantes y en la mano su anillo del mismo metal con una amatista engastada manifestando que hacía donación desde aquel mismo instante de ambas prendas que tenía de su uso y que aún luce la imagen en la actualidad.
Dos años más tarde, el domingo 14 de agosto de 1898 se celebró en el Santuario de Ntra. Sra. del Pino de Teror una solemne función religiosa de Acción de Gracias por los beneficios obtenidos en el mes de marzo de aquel año por las abundantes lluvias. En la función predicó el obispo, que asimismo en la tarde anterior, el 13 de agosto de 1898, procedió a la bendición del órgano que se acababa de adquirir en Inglaterra.
Asimismo, también en 1896, culminándose ya la carretera de Teror que tendría su finalización dos años más tarde; se autorizó de una forma extraordinaria y dadas las gestiones episcopales el que desde el cinco del mes de septiembre llegaran «los coches a la plaza de la hermosa villa, orillándose de este modo las dificultades que en años anteriores alejaban algún tanto a los devotos de la Virgen y a los entusiastas por la romería».
Cueto tuvo un momento más de intensa relación con Teror y el Pino cuando en las fiestas de 1905, por decreto de Pío X, procedió a su Coronación Canónica. Al mediodía del 7 de septiembre de 1905, la voz del obispo revestido de pontifical anunció, después de mostrar las coronas al pueblo, con tono solemne desde la puerta principal del templo de Teror, donde se había ubicado el Trono, a los más de treinta mil canarios que aquel día asistieron a la ceremonia, las palabras establecidas por la fórmula del Ritual, y repetidas según coronaba a al Niño y a la Virgen: «Así como eres coronado en la tierra por nuestras manos, así merezcamos ser coronados por Ti en los cielos de gloria y honor. Así como eres coronada por nuestras manos en la tierra, del mismo modo merezcamos ser coronados de gloria y honor por Cristo en los cielos».
Fray Albino O, Menéndez-Reigada, que fuera obispo de Tenerife, publicó en 1939 una biografía que tituló 'El Padre Cueto, Obispo de Canarias', en el que reseña la razón del centenario que este año unirá a Cueto con la Villa.
«Sin apenas proponérselo ni pretenderlo, bajo ese conjunto de circunstancias, que dirigidas por la sapientísima Providencia de Dios determinan muchas veces en gran parte el rumbo de la vida, vino el P. Cueto a ser también fundador de una nueva congregación religiosa de Enseñanza, la de las Terciarias Dominicas de la Sagrada Familia», que llegadas conjuntamente con el obispo, estaban ya en Las Palmas el 22 de noviembre de 1891, hospedadas en San Lázaro por las Hijas de la Caridad, desde donde estas pioneras se trasladaron a una casa alquilada donde en enero de 1892 instalaron un colegio. En 1893, se inició el proceso de sumar aspirantes y novicias. Un camino que las ha llevado a su realidad actual, investigada y estudiada en múltiples artículos y publicaciones. El día 12 de junio de 1895, el Padre Cueto en colaboración con aquellas primeras monjas fundaba en Las Palmas la Congregación de las Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia.
Desde el año anterior, por si en Las Palmas surgía alguna revuelta política que amenazase el colegio, Cueto cedió a las religiosas el uso de una parte del Palacio Episcopal de Teror para su creciente noviciado. Tras la primera casa de la calle Remedios, las Dominicas vivieron allí hasta su traslado a una antigua edificación del barranco conocida como la Casa Huerta.
Los solares para el convento y las fincas cercanas incluida la Montañeta de San Matías fueron adquiridas a inicios de 1917 y así comenzaba el caminar hacia la obra final que pondría su primera piedra en 1923 junto a la carretera de Arucas, concluida también por aquellos años. Iba a ser no sólo un refugio que irradiara fuerza para el cuerpo, sino que también educara e inculcara el amor por la religión. Además, tal como los terorenses anhelaban, expresara aquella decisión impulsaría el ensanche y desarrollo del pueblo, ya que «la primera impresión que recibirá el que nos visite, será la de un buen edificio que desde lejos lo saluda; y, cuyo edificio representa la enseñanza y la abnegación».
El lugar elegido era San Matías, así llamado por una ermita construida bajo esa advocación y con muchísima historia en el centenario discurrir de Teror desde hace 500 años. A mediados del siglo XVIII fue trasladada su imagen a la iglesia del Pino y su solar en ruinas allí permaneció hasta la construcción. La zona también se utilizó como cementerio en algunas ocasiones.
Los planos de la Casa Noviciado Scala-Coeli fueron aprobados por el obispo Ángel Marquina, y su proyecto fue encargado a Laureano de Armas Gourié. Tal como investigó Agustín Juárez Rodríguez, fue José Sarmiento Pérez, esposo de su hermana Dolores de Armas -que fuera alumna de las Dominicas- quien logró el compromiso de la compraventa de los terrenos necesarios. Laureano de Armas y Gourié nació en Las Palmas en 1890, hijo de Laureano de Armas y Rosario Gourié, descendiente de la familia francesa asentada en Arucas. Terminó sus estudios de Ingeniería Industrial en Zurich; y su particular dedicación a la arquitectura, al diseño, a la jardinería lo sitúan en un puesto de honor de la arquitectura isleña, avalado por sus extraordinarias obras. Ocupó asimismo la presidencia del Cabildo Insular de 1927 a 1929.
En mayo de 1925, el edificio estaba ya prácticamente terminado Francisco González Díaz lo describía desde un profundo orgullo diciendo que «a la fábrica altiva y severa como una abadesa de sangre real, le han puesto un tocado campesino de tejas bermejas, que le va muy bien, sin embargo. Y con su aire monástico templado un poco por su atavío gentil, sus fachadas irregulares, asimétricas, y las verdes frondas de su contorno que le ciñen un espléndido cinturón esmeralda, la gran residencia de las Dominicas en Teror elevará nuestros votos ardientes y nuestras oraciones a los cielos. Intercederá por nosotros».
El convento se inauguró oficialmente el 10 de octubre de 1925 -por la festividad de San Luis Bertrán- y así se abrió el gran sueño del Scala Coeli. El espacio fue sede generalicia de la Congregación, Casa de Noviciado y la biblioteca, refectorio, corredores y el claustro de arcadas románicas fue considerado desde siempre como una de las construcciones más bellas y más expresivas de toda Canarias. En 1952, la Dirección General pasó a Madrid.
El convento de las Domínicas ha sido durante este siglo un referente simbólico y sentimental de todo Teror. Ministros, nuncios, obispos, políticos, y centenares de alumnos lo acreditan. El pueblo lo ha hecho suyo y presume de su bellísima estampa.
El 29 de octubre de 1951, la imagen de la Virgen de Fátima, peregrina por Gran Canaria, llegó al convento que la recibió con alfombras de flores, cánticos incesantes de las monjas y las alumnas del colegio, y alocuciones de los Misioneros Claretianos. Desde la Montañeta de San Matías, la imagen fue virada hacia los cuatro puntos cardinales para bendecir a Teror y a toda Canarias.
En los últimos meses, el Proyecto social Espacio Verode que busca la inserción laboral y social de personas vulnerables, con el apoyo económico del Cabildo Insular y la colaboración del ayuntamiento terorense ha puesto nuevos rostros a sus claustros y campos.
La celebración de su centenario se inicia con una misa celebrada por los antiguos alumnos y alumnas en la Basílica del Pino.
La villa de Teror debe celebrar este centenario haciendo posible que el «scala Coeli» tenga un futuro plenamente integrado en los caminos terorenses del siglo XXI.
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