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Los trabajos programados por la Consejería de Obras Públicas del Cabildo para sustituir por vallas todos los muros de piedra continuos y discontinuos que jalonan las carreteras de montaña de la isla como medida de seguridad para evitar salidas de la calzada contemplan la demolición de 11,8 kilómetros de malecones (muros discontinuos) y 25,8 de pretiles (continuos). Son 37,6 kilómetros de muros anacrónicos condenados a desaparecer.
Divididas en tres lotes, correspondientes a las vías de medianías y cumbres, de sur, norte y oeste y del centro e interior, las obras prevén la colocación de barreras homologadas, tanto metálicas como mixtas (de madera y metal) en 151 kilómetros de la red viaria insular que ahora no están bien protegidos o disponen de malecones y pretiles con una media de edad superior a los 50 años y en algunos casos con más de un siglo. Ninguno, en todo caso, baja de los 30 años.
Licitadas desde el pasado mes de mayo, estas obras parten con un presupuesto superior a 37 millones de euros y su ejecución se ha escalonado en un periodo de cinco años. En estos momentos la Mesa de Contratación del Cabildo valora las ofertas recibidas para los tres lotes y todo apunta a que los trabajos no empezarán antes de 2024.
Las carreteras de la red interior y del centro son las que acumulan más kilómetros de malecones y pretiles. Son 3,5 de muros blancos discontinuos y 15,7 de muros continuos y adornan 45 tramos viarios. En esta red se pondrán 46 kilómetros de barreras metálicas y mixtas.
Según los datos facilitados por la Consejería de Obras Públicas, la instalación de barreras será mayor en las carreteras del sur, norte y oeste, donde se colocarán 57 kilómetros. En este lote los kilómetros de malecones y de pretiles a demoler son 3,8 y 6,6, respectivamente, y están en 24 tramos.
En las vías de cumbres y medianías desaparecerán 4,5 kilómetros de malecones y 3,5 de pretiles de 24 tramos y se pondrán 48 kilómetros de vallas.
La carretera con más metros de malecones y pretiles es la GC-605, en la red del sur, este y oeste, donde se extienden por 11.260 metros. En la de medianías y cumbres la GC-216 tiene 8.098 metros y en la de centro e interior la GC-305 cuenta con 6.940.
Para el vicepresidente primero y consejero de Obras Públicas, Augusto Hidalgo, «estamos ante una de las actuaciones más importantes en las carreteras de Gran Canaria en los últimos años, no solo por la inversión, sino sobre todo porque vamos a incrementar la seguridad en más de medio centenar de carreteras de la isla con un vallado moderno, más sólido y adaptado a la actual normativa europea».
Hidalgo destaca que esta actuación va «a cambiar la fisonomía por completo en los tramos más antiguos» de las carreteras de interior y montaña. «Los malecones y pretiles que vamos a sustituir tienen una antigüedad excesiva», explica, «y ya no reúnen todas las condiciones de seguridad que son exigibles en una red moderna como tiene que ser la de Gran Canaria».
Los malecones y pretiles comenzaron a construirse a medida que empezó a desarrollarse la red viaria de la isla, a finales del siglo XIX, y siguieron usándose hasta mediados del pasado siglo, por lo que, «tras tantas décadas, han perdido gran parte de su eficacia», reconoce el consejero de Obras Públicas. «Por eso es imprescindible llevar a cabo esta sustitución por un nuevo vallado con biondas de última generación, de acero, por tanto mucho más sólidas que los viejos malecones», resalta.
«Estamos convencidos de que, gracias a esta actuación, los conductores circularán con mucha más confianza y seguridad por estas carreteras, que suelen encontrarse junto a zonas de barrancos o acantilados con gran altura y, al mismo tiempo, de que en caso de accidentes se evitará con más garantías que tengan un desenlace fatal», concluye Hidalgo.
Los malecones y pretiles de piedra han perdido eficacia como medidas de seguridad para evitar la salida de la calzada de los vehículos en caso de accidente, sobre todo debido a su deterioro por el paso del tiempo, pero también cuando el impacto se produce a gran velocidad o estos muretes continuos y discontinuos han perdido altura.
De hecho, en los últimos años se han registrado varios accidentes mortales en vías de montaña de la isla porque estas medidas pasivas no han resistido el choque de los vehículos, han cedido y no han impedido que los mismos y sus ocupantes se despeñen por el lado derecho de las calzadas.
Especialmente trágico y doloroso resultó ser el accidente ocurrido en diciembre de 2020 en la carretera GC-21, en el tramo situado entre Artenara y Pinos de Gáldar, en el que perdieron la vida un padre, sus dos hijas y el novio de una de ellas, porque los malecones colocados en una curva no fueron capaces de frenar al vehículo, que acabó en el fondo del barranco, muchísimos metros más abajo.
Un informe encargado por la Consejería de Obras Públicas del Cabildo después de ese accidente cifró en 15.266 metros lineales los malecones existentes en la red viaria insular y en 26.636 metros los pretiles. Además, el informe contabilizó otros 64.097 metros en los que la red de carreteras dependientes del Cabildo precisan y no tienen estructuras para evitar la salida de la calzada.
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