Se reúnen los últimos viernes de cada mes en sesiones de tres horas muy bien aprovechadas. Una primera parte, formativa, la dedican a ensayar y a un taller en el que aprenden alguna práctica o técnica propia del 'oficio' del murguero. Y la otra parte, que suele ser la segunda, a alguna actividad más relacionada con la diversión o el juego. Hasta ahora, por ejemplo, han trabajado los instrumentos musicales, pintando su propia trompeta, o se han iniciado en el maquillaje corporal. En la próxima, hoy, se harán el gorro, una especie de birrete, un guiño al mundo escolar con el que se vinculan.
Tendrán himno, disfraz, que será de payaso, y hasta carroza propia, como si fueran una murga, pero no lo son. En todo caso, lo que sí serán a buen seguro es una fábrica de murgueros, como, sin ir más lejos, murgueros fueron los que idearon esta iniciativa: entre las familias que forman parte de este proyecto hay miembros de hasta 9 murgas de Agüimes.
Todo empezó, según Ananías Torres, uno de sus promotores y actual presidente, por el intento de hallar una fórmula que permitiese la conciliación en las parejas formadas por murgueros y que, al mismo tiempo, hiciese posible que la familia entera participase en el carnaval. No buscaban, porque, de hecho, no lo es, una guardería para hijos de murgueros.
Se les encendió la bombilla en el último carnaval de día de Agüimes. «Nos juntamos un grupo y nos disfrazamos todos, mayores y niños, de payasos. A la gente le gustó tanto que nos pedían hasta fotos y los críos se lo pasaron pipa; ahí empezó todo, le dimos una vuelta y creamos la asociación.
Así nació la Asociación Cultural Escuelita Murguera. Echó a andar en septiembre y ya calienta motores para el próximo carnaval. Catalina Suárez, murguera, esposa de Ananías y vocal en el colectivo, admite que no esperaban tanta afluencia en tan poco tiempo. Ya van por 154 participantes, 75 niños de entre 2 y 12 años y 83 padres. La directiva la forman otros cuatro miembros: Rubén Suárez (tesorero), Miguel Trujillo (secretario) y Juan Antonio Torres y Sari Gutiérrez (vocales).
A los asociados solo se les pide una cuota anual de 20 euros y una condición, que un adulto acompañe al niño en cada sesión. La idea es que no tengan que invertir ni en el disfraz. Cada año se hará un mercadillo en el que la asociación hará que los disfraces pasen de unos a otros.
Además, quieren estar activos todo el año, que el grupo se integre en el municipio y que participe de sus actos culturales y festivos. En octubre se estrenaron con la Subida del Millo. Habrá acampadas, excursiones… La Escuelita Murguera creará escuela.
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