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El alcalde de Arinaga. Así se calificaba Chano el Negro, medio en broma. No lo era, pero como si lo fuera, porque Sebastián Herrera Pérez era uno de los rostros más populares del barrio costero de Agüimes. Por eso su muerte, la noche de este pasado miércoles, hizo que las banderas del ánimo de sus vecinos ondearan este jueves a media asta. Era un personaje muy conocido. Tanto, que hasta dio nombre a una conocida murga del municipio, Los Hijos de Chano el Negro, fundada en el 2000 y que él apadrinó.
Nacido en 1949, tenía 72 años, estaba soltero y era el menor de siete hermanos de una familia humilde y barquera que procedía de Taidía, en Santa Lucía de Tirajana, pero que lleva toda la vida en Arinaga. Fue cocinero en el sur y en el aeropuerto durante muchos años, aunque por lo que se le conocía en la costa de Agüimes era por su habilidad para 'pulpiar' (pulpear). No en vano, está en la letra de la sintonía que el grupo Tabaiba grabó de la Vará del Pescao, la fiesta por antonomasia de Arinaga y que dice: «Estaba Chano el Negro con la mano en la fija, acechando a los pulpos que la roca escondía».
Raúl Santana, director de la murga, dice de Chano que era «muy buena persona» y que él mismo afirmaba que era «una inmobiliaria andante», porque se ganaba unas perras como agente intermediario para la compra o alquiler de viviendas. Solía estar, según cuenta, por la parada de taxis del barrio. Este jueves, antes de la incineración de sus restos, la murga le cantó el tema que suelen interpretar cuando salen de los escenarios en los que actúan. Fue su particular homenaje.
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