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El profesor Juan Manuel Brito junto a estudiantes voluntarios durante la recuperación. Cober

El archivo de los esposos Caparrós Delgado que esquivó la censura

Santa Lucía recupera el fondo bibliográfico personal del maestro y último alcalde republicano del municipio y de su mujer, también profesora, conformado por miles de libros, muchos de ellos prohibidos durante la dictadura franquista

Cristina González Oliva

Santa Lucía de Tirajana

Domingo, 7 de diciembre 2025, 06:00

Durante más de veinte años, en un cuarto olvidado de unas dependencias municipales de Santa Lucía de Tirajana durmieron miles de libros que parecían condenados al polvo y a la oscuridad. No eran libros cualquiera, es el fondo bibliográfico personal de Julián Caparrós, maestro y último alcalde republicano del municipio, y de María Delgado, también profesora. Fue un matrimonio que marcó a generaciones enteras en el municipio y cuya memoria, sin embargo, había quedado reducida a rumores, recuerdos sueltos y cajas apiladas sin orden.

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El rescate comenzó de casualidad, gracias a conversaciones con los mayores del pueblo durante un campus de historia social realizado por alumnos universitarios en septiembre, explica el concejal de Santa Lucía casco, Leví Ramos. Muchos de ellos mencionaban a los esposos Caparrós Delgado como referentes de vida y por sus métodos de enseñanza, muy adelantados a los de la época. También estaba el rumor de un archivo personal perdido, un tesoro intelectual desaparecido en el tiempo.

El concejal Leví Ramos durante la primera fase de recuperación y libros encontrados en las cajas. Cober

Las primeras pistas señalaban un cuarto municipal en el cementerio del pueblo y allí estaban. Con el objetivo de recuperar este tesoro, el profesor Juan Manuel Brito, que lidera el Laboratorio de Historia Social de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, reunió a veinte estudiantes de Historia a petición del Ayuntamiento, y días atrás acudieron como voluntarios. Así, volvieron a ver la luz.

Una ventana al mundo

Mientras movían cajas, limpiaban polvo y apartaban arañas, iban encontrando joyas, libros prohibidos de los años cuarenta, títulos en idiomas diversos, como inglés, francés, alemán, ruso, italiano o japonés, cuadernos con anotaciones, tarjetas de contactos internacionales, revistas marxistas que la censura franquista impedía circular. Caparrós y Delgado habían logrado reunir una biblioteca clandestina impensable para la época, construida durante sesenta años, entre los años 30 y los 90, que habla además del alto nivel de contactos que tenían que tener para conseguirlos.

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Los testimonios recogidos dan pinceladas de quiénes fueron estos esposos. De María Delgado, la maestra que educó a tantos niños del municipio, y de Julián Caparrós, militante del Partido Comunista, lector compulsivo, políglota autodidacta, inhabilitado para ejercer como maestro con la llegada del franquismo y obligado a dar clases particulares para sobrevivir, pero al menos se salvó de la muerte.

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Debates filosóficos y políticos

Sus libros revelan un mundo oculto: debates filosóficos y políticos de los años 60 y 70, documentos llegados desde Francia, Italia o diferentes países de América Latina. Muchos venían dedicados o acompañados de notas, explica Brito.

No era solo una biblioteca familiar. Era una ventana al mundo cuando las ventanas estaban prohibidas y no existía internet para saber lo que pasaba en otros países. Aún no se sabe cuántos libros son, pero la cifra podría rondar entre 8.000 y 10.000 volúmenes.

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Los estudiantes encontraron cuartillas con reflexiones, tarjetas de contactos o dedicatorias. No han aparecido fotografías ni documentos personales importantes. La mayoría, cuentan quienes conocieron el archivo, se destruyeron cuando falleció el matrimonio. Lo que queda, solo libros, pero de un valor incalculable.

Restauración y catalogación

Tras sacar en una primera fase los ejemplares de las cajas, se han trasladado temporalmente a la Biblioteca Municipal, en cajas nuevas, ventiladas y con condiciones dignas. La segunda fase esperan que pueda realizarse en el mes de febrero. A partir de ahí comenzará un trabajo lento y cuidado, el de restaurar lo posible, catalogar lo inmenso, abrirlo al pueblo y a la comunidad investigadora.

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El objetivo final es que el archivo vuelva a la vida pública, que se estudie, que se comprenda, que se recuerde. Aunque el acceso será regulado por el estado de conservación, la idea es que la memoria sea accesible, escaneando incluso algunos de ellos, detalla Ramos. Se plantea crear becas, colaboraciones o convenios para garantizar que el rescate no quede a mitad de camino, y hasta hacer jornadas para poner en valor este matrimonio y sus métodos pedagógicos innovadores.

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