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Este fue el hacha que usó el acusado para acabar con la vida de su padre y así lo hallaron los policías. C7

Marcos José, al 112: «Me volví loco y maté a mi padre. Yo les abro»

tribunales ·

Crimen de José Rafael Hernández. El pésimo estado de la vivienda donde Marcos José mató a su padre y su madre falleció de muerte natural era el fiel reflejo de una familia deshecha por las rencillas

Francisco José Fajardo

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 12 de abril 2021, 01:00

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Después de casi dos años y seis meses de investigación y cinco días de juicio, hay dos cuestiones que han quedado totalmente claras en el caso del crimen del poeta y abogado grancanario José Rafael Hernández. La primera de ellas es que su hijo le asestó 19 hachazos en la vivienda que compartían en la calle Italia de Las Alcaravaneras y, la segunda, que el ambiente que había en ese inmueble era irrespirable, tanto en el trato familiar entre sus moradores durante años como en las condiciones nauseabundas en las que vivían la víctima, el acusado y la madre encamada que perdió la vida de forma natural entre pañales sucios y desperdicios. Tras cometer el crimen, llamó al 112 y dijo lo siguente: «Me volví loco y maté a mi padre. Yo les abro».

El debate jurídico en este procedimiento está en la imputabilidad o no de Marcos José Hernández, el hijo de José Rafael y autor confeso de los hechos objeto de juicio. Tras cinco días de sesiones ante el Tribunal del Jurado, hoy el magistrado presidente Pedro Herrera entregará a sus miembros el objeto del veredicto con una batería de preguntas que tendrán que deliberar para así, con la mayoría, elaborar una tesis definitiva: si el acusado ejecutó a su padre a conciencia y sabiendo lo que hacía como apuntan las acusaciones, o lo hizo con sus condiciones psíquicas lo suficientemente alteradas como para no ser consciente de la gravedad de los hechos, como argumenta la defensa. Además, también se pone en cuestión si el encausado dejó de atender o no a su madre dependiente los últimos meses o incluso años hasta el hecho de que se acelerara su proceso degenerativo.

Pero la desgracia ocurrida entre el 13 y el 14 de octubre de 2018 en el número 32 de la calle Italia, se comenzó a gestar -siempre manteniendo la presunción de inocencia del acusado y según los testigos- años antes del ataque a hachazos. Familiares y vecinos han ido describiendo lo que el propio Marcos José adelantó en la primera sesión del juicio y dejaba claro que el día a día entre los miembros de la familia Hernández estaba generando un caldo de cultivo trágico.

Marcos José y el fallecido habían abandonado el cuidado de su casa y sus vidas en los últimos años

El acusado nació fruto de una relación supuestamente esporádica entre el poeta abogado y María Dolores Sánchez. Ella se fue a vivir a Córdoba cuando nació Marcos José hasta que, cuando tenía entre tres y cuatro años, se presentó la víctima en tierras andaluzas para conocer a su hijo. Fruto de ese primer encuentro surgió que, dos años después, Marcos José y su madre se vinieran a Gran Canaria para vivir con su padre biológico.

Desde el principio, el encausado describió que la relación de su padre con ellos era mala y que «nos encerraba en casa y me pegaba», declaró Marcos José, aunque admitió que siempre los mantuvo económicamente.

Al poco tiempo se fueron a vivir a la casa de Alcaravaneras y José Rafael alternaba su trabajo en los juzgados con su ascendente trayectoria literaria. Pero mientras, su relación con María Dolores se quebró hasta el punto de que cesaron su romance y él hasta tuvo otra compañera sentimental, todo ello con una salvedad: Marcos José y su madre seguirían viviendo en la casa del letrado.

Con los años, el vínculo entre José Rafael y María Dolores y su hijo se fue deteriorando al mismo tiempo que la salud de la mujer que empezó a sufrir achaques graves de salud. Primero conocieron que podía tener la enfermedad de Parkinson aunque con el paso del tiempo sus síntomas se fueron agravando.

Tras una semana de juicio el jurado empezará hoy a deliberar la culpabilidad o no del acusado

De cuidado se encargó en todo momento Marcos José, que declaró en la vista que incluso compró una cama hospitalaria y un colchón con su dinero y la sacaba de paseo a diario, la atendía y controlaba sus citas médicas. Todo esto fue corroborado por los vecinos que depusieron en el juicio en calidad de testigo, aunque esa dedicación en el cuidado de María Dolores fue decayendo hasta el día de su muerte.

De forma paralela, José Rafael seguía con su actividad profesional sin querer tener nada que ver con su familia y por eso, adaptó el despacho que tenía en la primera planta y lo convirtió también en una morada donde vivía en unas condiciones bastante precarias como se pudo comprobar en el registro y análisis que realizaron los investigadores tras la tragedia y que contiene las imágenes que se muestran en este reportaje. El habitáculo era mínimo, con cajas de documentos apilados unos sobre otros y una pequeña habitación donde dormía. Todo ello acompañado por un microondas que hacía las funciones de cocina. Allí perdió la vida José Rafael.

Imagen de la vivienda donde vivían en Alcaravaneras.
Imagen principal - Imagen de la vivienda donde vivían en Alcaravaneras.
Imagen secundaria 1 - Imagen de la vivienda donde vivían en Alcaravaneras.
Imagen secundaria 2 - Imagen de la vivienda donde vivían en Alcaravaneras.

La relación del letrado con el resto de su familia también tuvo sus idas y venidas como mismo afirmó su hermana, que está personada como acusación particular. Ella sostuvo que el punto de fricción entre ambos era lo que tardó José Rafael en darle el ajuar de su madre fallecida que le dejó en el testamento y también, la mala relación con Marcos José. Pero en la vista, el letrado de la defensa Carlos Quintana, también expuso numerosos mensajes de contestador que le dejó Carmen del Rosario al fallecido cargados de insultos y amenazas.

Vídeo.

Se «dejó ir»

En ese clima destructivo llegaron los últimos meses de convivencia de estos familiares a los que ya unía simplemente el libro de familia. En la última etapa, el propio Marcos José reconoció que se le fue «yendo de las manos, mi padre llevaba tiempo sin dormir con nosotros y lo hacía arriba. Me iba dejando todo a mí y entre la enfermedad y todo, me fue comiendo y me dejé ir. No sabría determinar cuánto tiempo me dejé ir, sí dos años o más», relató al jurado.

Esa expresión de «dejarse ir» se tradujo en un auténtico y bárbaro despropósito de basura y suciedad acumulada durante meses en un inmueble donde vivía una persona dependiente. «No se podía ni ver apenas el suelo», exclamó aún sorprendida una agente que participó en la detención de Marcos José.

La tragedia se mascó durante años en el número 32 de la calle Italia. José Rafael y María Dolores murieron entre basura y ahora, el jurado popular deberá dictar su veredicto.

Así fue la llamada

A pesar de la gravedad de los hechos y que los forenses determinaron la hora de la muerte de José Rafael a la una de la madrugada, Marcos José no llamó al 112 hasta las 15.43 horas del día siguiente y lo hizo mostrando una aparente normalidad .

El acusado en esa llamada dijo esta frase a la operadora: «Le llamo de la calle Italia 32, primera planta en Las Palmas de Gran Canaria . Mire es grave, mi madre murió anoche y me volví loco y maté a mi padre. Yo les abro ».

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