Moverse para seguir en la foto

Los actores siguen activos, pero la obra ya es otra. Rodríguez es el líder de Proyecto Drago y candidato de Drago Verdes Canarias, alianza con la que quiere ser presidente o alcalde de La Laguna; Meri Pita está a sus cosas en el Grupo Mixto del Congreso y su gente se ha reubicado en Reunir; Espino se convirtió al nacionalismo y va de 'número dos' de Pablo Rodríguez al Parlamento y Paniagua derivó en paracaidista, término que usan los políticos para designar a quienes llegan de la nada a puestos de relevancia en un partido sin transición alguna.

Bravo ya no quiere saber nada de CC y opta (con escasas posibilidades) a presidir Canarias; no se sabe exactamente si AHI apoya a Román, a Clavijo, a ambos o a ninguno; García Ramos destila su descontento con Coalición allá donde le pregunten y Montelongo encabeza la lista de AMF -partido en el que milita el inefable Sergio Lloret, que hace cuatro años compartió siglas con NC-.

Con este panorama, el electorado asiste entre desconcertado, desorientado y en ocasiones hasta cabreado a una nueva campaña en la que los partidos acuden a la política de fichajes y al juego de la silla para pretender que algo cambie para que todo siga igual.

Porque ¿cuáles son los grandes asuntos que separan a AHI, CC y el PNC? ¿Qué rédito sacan los nacionalistas del fichaje de Espino y donde la colocarán si no sale diputada? ¿Qué diferencias insalvables han provocado la ruptura de la izquierda hasta convertirla en una retahíla de siglas y alianzas, que además va por barrios? ¿A qué resultados y a qué gestión aspira Domínguez sumando en sus listas a personas conocidas pero sin experiencia? ¿Cuantas vueltas dará Montelongo para mantenerse en política? En fin… Desconcertados, desorientados y hasta cabreados. Otra vez.