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La intensidad de las explosiones obligó a nuevas evacuaciones. EFE
CRÓNICA DESDE LA PALMA

Aprender a convivir con el volcán

Los palmeros tienen que hacer un esfuerzo, al igual que hicieron con la pandemia. Todo apunta a que la erupción va para largo así que solo les queda intentar sobrellevarlo atendiendo muy de cerca las indicaciones

SILVIA FERNÁNDEZ

Santa Cruz de La Palma

Sábado, 25 de septiembre 2021, 02:00

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Los palmeros empiezan a desesperar con la erupción del volcán. Casi una semana después de que entrara en erupción y estén intentando asimilar lo ocurrido, con la pérdida de viviendas, de cultivos, de empresas, de recuerdos, de memoria... un nuevo susto.

El aumento del número de las explosiones unido a su mayor intensidad, así como los dos nuevos ríos de lava que han surgido y el riesgo de derrumbe del cono que ha creado la erupción obligó a la evacuación de los vecinos de tres barrios: Tajuya, Tacande Bajo y Tacande Alto. En total, 200 vecinos que elevan a casi 6.000 los afectados por el volcán.

Deprisa y corriendo tuvieron que salir de sus viviendas ante el riesgo de que el volcán pudiera lanzar material magmático más allá del radio de exclusión que se ha fijado en 2,5 kilómetros. El cráter se taponó y provocó una acumulación de gases que derivó en explosiones supersónicas que hacían temblar todo a su alrededor.

Los ciudadanos solicitan más información oficial al día para saber cómo evoluciona la erupciónEl día de ayer fue de nervios y caos. Tras fuertes explosiones se evacuaron tres localidades más

De nuevo, solo 15 minutos para recoger sus cosas. Hubo casos de personas, como Leticia Rocha, que volvió a sufrir su segunda evacuación en cinco días. La primera, el martes, cuando tuvo que abandonar Todoque a toda prisa ante el avance de la lava sobre el pueblo, y la segunda, ayer, cuando desalojaron la zona en la que estaba viviendo con sus hijos y su gato en la casa que la habían prestado. «Esto es mi duro. De nuevo me tengo que marchar», indicaba Leticia mientras dejaba la vivienda.

Los evacuados estaban visiblemente nerviosos porque aunque sospechaban que algo no iba bien, por la fuerza de las explosiones, confiaban en no tener que salir de sus casas. Retumbaba todo y era impresionante ver las ondas expansivas. Se quejan de la falta de información y demandan que haya con cierta asiduidad partes del Pevolca, informando a la sociedad palmera cómo va el proceso para que no les coja de susto las variaciones que va dando. En la madrugada del viernes la erupción había cambiado su dinámica con una intensificación de las explosiones. Los estallidos, provocados por una acumulación de gas tras taponarse el cráter, siguieron en aumento durante la mañana con uno cada dos minutos. Los 'rugidos' de la tierra venían acompañados por ondas de aire comprimido que eran visibles y sentidas. Provocaban enormes sacudidas que hacía tambalear todo a su alrededor. «Aquí no se puede dormir ni vivir», indicaba la trabajadora de un gasolinera de El Paso.

Remedios Armas, que perdió su casa el lunes bajo la lava, se quejaba de su mala suerte al sufrir una segunda evacuación cuando se encontraba en el polideportivo de El paso recogiendo alimentos y ropa para sus tres niños y su madre. Todos están en un piso cedido y sin nada. «Me persigue la mala suerte. Esto es como un castigo. No me puedo creer que me vuelva a pasar», indicaba ayer.

La sensación de esta mujer es compartida por muchos vecinos de El Paso. Hace apenas un mes sufrieron un incendio que destruyó casi un centenar de viviendas. La huella del fuego sigue aún hoy presente en sus paisajes, con un negro intenso, y ahora llega un volcán. Y todo, precedido de un pandemia, que en la isla de La Palma ha quedado a un lado. Ante un drama como este es imposible que no haya un abrazo, un esto de cariño, un darse la mano...

El experto del CSIC, Vicente Soler, había advertido hace días que era «prematuro» hacer previsiones sobre la evolución del volcán y puso como ejemplo, las erupciones de San Juan (1949) y del Teneguía (1971), que todos los cambios que registraron se produjeron cuando ya había pasado una semana de la erupción. Así que no queda otra que empezar a acostumbrarse a vivir con la erupción porque, como dicen los expertos, el proceso va a ser largo. Igual que hemos convivido con una pandemia durante año y medio y con muchas restricciones, los palmeros van a tener que hacer otro esfuerzo para convivir con este volcán. Al mismo tiempo, tienen que confiar en los científicos que están en el terreno analizando la evolución de este proceso y en las decisiones que toman. Ayer quizás faltó información por la mañana. La gente estaba asustada por las fuertes explosiones pero nadie emitió ningún comunicado tranquilizando y explicando el por qué de los estallidos pero está claro que las decisiones se está tomando con tiempo suficiente para evitar que se produzcan daños en las personas. Así que hay que confiar. No queda otra puesto que no podemos detener al volcán.

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