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Los secretos que revelan las alteraciones de la marcha en el adulto mayor

Los secretos que revelan las alteraciones de la marcha en el adulto mayor

«Lo más escondido puede ser lo que más a la vista está, lo que sucede con mucha frecuencia aplicado a los trastornos de la marcha en los mayores cuando constituyen una manifestación de enfermedad no conocida»

René de Lamar / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 1 de enero 1970

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Cuando prestamos atención a las alteraciones de la marcha en un adulto mayor, sin lugar a dudas nos puede aportar datos importantes sobre su estado de salud en general y probablemente sobre las causas que la producen, existe la tendencia general a asociarla con el envejecimiento sin más, lo que induce a error y a un probable retraso en el importante diagnóstico lo que motiva el artículo de este domingo.

Envejecer representa a día de hoy, en pleno siglo XXI un concepto dinámico, que alude al proceso de pérdidas, mantenido e irreversible que se produce a lo largo del tiempo de manera continuada, pero que bajo ningún concepto es sinónimo de enfermar.

La característica fundamental del proceso de envejecer estriba en la pérdida progresiva de nuestros mecanismos de reserva, lo que lleva asociado de manera indisoluble un proceso paralelo de vulnerabilidad y nos va convirtiendo a medida que pasan los años en seres más frágiles.

La marcha bípeda es realmente una actividad fascinante si se analiza en detalle, es flexible, admite velocidades diferentes, como marcha, trote y la carrera manifiesta, se puede apartar a múltiples entornos y requiere un gasto energético asumible, no muy elevado.

Probablemente la marcha bípeda evolucionó de la marcha cuadrúpeda y de hecho hay manifestación alternante de los miembros superiores durante la marcha normal.

Los problemas que denominamos sociales tienen una incidencia directa y trascendental en la salud de nuestros mayores, en el tipo de enfermedad que con frecuencia padecen y en las formas más o menos eficaces que tenemos a nuestro alcance para enfrentarnos a los mismos, entre los que se encuentran los trastornos de la marcha.

La marcha en los mayores puede verse afectada por múltiples enfermedades, agudas o crónicas y con frecuencia puede ser la primera manifestación de un proceso no conocido ni por el paciente ni por su médico.

Las alteraciones de la marcha después de los 70 años pueden deberse a causas tan variadas como artrosis, artritis, lesiones musculares, vasculares y neurológicas, entre otras, sin olvidar que con frecuencia coexisten varias en el mismo paciente lo que puede generar discapacidad con pérdida de la función.

Detallamos a continuación algunos trastornos de causa central y curso progresivo que pueden aparecer en personas mayores.

En la marcha espástica el paciente se queja inicialmente de sensación de torpeza y rigidez en la marcha, notará un mayor cansancio para recorrer una distancia discreta, se caracteriza porque la excursión de la rodilla y de la articulación del tarso se reduce, parece que toda la extremidad inferior se mueve en bloque y con frecuencia es equina, la revisión del calzado permite objetivar un desgaste acusado de la puntera y del área de apoyo externa, lo que traduce una marcha en equino y en rotación externa del tobillo secundaria a la contractura del tibial posterior.

Aunque existen muchas posibilidades diagnósticas, siempre se deben tener presente la miopatía cervical y la enfermedad desmielinizante, la primera es relativamente frecuente ya que es la causa más común de espasticidad adquirida a partir de los 55 años, su inicio es muy progresivo y el tratamiento quirúrgico permite detener y en ocasiones revertir el proceso.

La marcha atáxica es inestable, bamboleante, con incremento de la base de sustentación, otros datos clínicos de interés incluyen disminución de los reflejos, hipotonía y en ciertos casos elementos típicos cerebelosos como dismetría, disartria y alteraciones oculomotoras como dificultad para el seguimiento ocular.

En la enfermedad de Parkinson la marcha se afecta de forma indiscutible, probablemente sea la alteración de la marcha más estudiada a través de los años.

La primera manifestación suele consistir en lentitud y torpeza, tanto el paciente como la familia advierten que la deambulación es más lenta e insegura.

Esta primera etapa puede durar varios años y puede ser difícil de diferenciar de la marcha fisiológica de un adulto mayor.

Se caracteriza por pasos cortos y es común la disminución o pérdida del braceo al andar que puede ser unilateral o bilateral, generalmente acompañada de lentitud marcada de movimientos, rigidez y temblor, ya en este periodo el paciente nota que no puede deambular y hablar a la vez, para deambular tiene que “concentrarse” en ello.

Con el paso del tiempo esta marcha lenta se agrava y se transforma en una marcha muy lenta con pasos extremadamente cortos, con reducción de la base de sustentación y un alto riesgo de caídas.

La festinación es un fenómeno no muy frecuente que a diferencia de los bloqueos de la marcha se caracteriza por una aceleración involuntaria al caminar, el paciente inclinado parece que persigue su centro de gravedad y puede requerir de una persona delante para actuar de apoyo y freno.

El bloqueo de la marcha ocurre especialmente al comenzar la marcha, en los giros, cambios de dirección y al pasar por obstáculos como puertas estrechas, se suele aliviar una vez iniciada la marcha y cuando el paciente concentra su atención.

El bloqueo de la marcha se incrementa considerablemente con el estrés y la ansiedad.

En el Parkinsonismo atípico hay pérdida de los reflejos posturales y bloqueos de la marcha.

En los mayores es frecuente el “Parkinsonismo” vascular o de la mitad inferior, que se caracteriza por la torpeza progresiva de la marcha y con cierta rapidez desarrollan una marcha típicamente parkinsoniana, los miembros superiores se manejan con soltura y no hay amimia (perdida de la expresión facial)

En la hidrocefalia a presión normal la alteración de la marcha es la más precoz de la triada de Adams que incluye deterioro cognitivo frontal y urgencia urinaria.

La marcha es lenta con alteración de los reflejos posturales e incremento de la base de sustentación para tratar de mantener el equilibrio y se denomina marcha magnética.

Cuando se altera la marcha y afecta la función debe consultar a su médico para tratar de detectar la causa y el posible tratamiento adecuado para el caso.

Datos prácticos

Mantener una marcha lo más normal posible al envejecer es uno de los pilares fundamentales para tener calidad de vida.

Recurrir a la edad de forma aislada nunca debe ser el elemento clave para establecer juicios diagnósticos o terapéuticos, es inadecuado y sienta las bases para establecer todo tipo de discriminación.

La vejez no la define la edad cronológica como parámetro único aislado, ni debe establecer estereotipos.

No existe nada más diferente que la marcha de una persona de 80 años a otra de la misma edad con condicionantes clínicos diferentes.

La marcha bípeda libera las extremidades superiores para realizar otras funciones simultáneas como la presión y la manipulación.

La marcha espástica se caracteriza por su aspecto rígido y envarado, la velocidad es reducida principalmente porque el gasto energético es muy elevado.

La marcha Parkinsoniana posee distintas características que pueden modificarse a través del tiempo.

La festinación es un fenómeno intrínseco de la enfermedad de Parkinson y puede presentarse antes de la toma de cualquier tratamiento.

Explorar la marcha de una persona mayor requiere poco tiempo y puede aportar varios datos importantes sobre su estado de salud.

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