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Marta Borrell juega con una niña, en un fotograma del documental.

'Una luz en la oscuridad', un recorrido por la educación africana

En cartelera ·

Un documental recoge el camino que recorrió la adolescente Marta Borrell, antes de exponer las carencias del sistema educativo en África ante la ONU

Iker Cortés

Madrid

Jueves, 4 de febrero 2021

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'Una luz en la oscuridad' comienza como termina, con la joven Marta Borrell interviniendo ante la ONU, en la sede que la organización tiene en Nueva York, para exponer los fallos de la educación en África. La ponencia que en 2017 pronunció esta joven activista, que tiene ahora 17 años, dio la vuelta al mundo. Su interés por el sistema educativo en el continente olvidado surgió con un viaje de fin de curso a Marruecos, cuando tenía 14. Allí visitaron algunas escuelas y se le cayó el alma a los pies por la precariedad en la que se encontraban las aulas, la falta de medios con la que contaban los profesores y los alumnos y la repetición constante de conceptos. Sus padres, José María y Sara Fijo, le propusieron hacer un viaje a Mozambique en verano para profundizar en todo aquello que tanto le había impactado. De aquel viaje y de las entrevistas on personalidades que dedican su vida a la mejora de la educación surgió la ponencia ante la ONU.

Ahora un documental que recoge el periplo de la adolescente antes de exponer sus conclusiones. Escrito y dirigido por su padre, José María Borrell, 'Una luz en la oscuridad' se divide en dos partes: la primera es la relacionada con las experiencias que Marta, que pone voz y pensamiento a todo el material, tiene en Mozambique. Es, sin duda, la parte del metraje más interesante y esclarecedora. Como si fuera uno más, el espectador se cuela con Marta en las clases. Alli la estudiante comprende por qué la educación en África está tan atrasada: en las aulas conviven alumnos de 12 y 17 años, los chavales son un número, no tienen nombre; tampoco pueden poner en práctica gran parte de lo que aprenden -«a partir de los 12 años, para muchos resulta más efectivo salir a pescar o recoger fruta», llega a decir Marta- porque sus materias están muy alejadas de su día a día. Por otro lado, el aprendizaje consiste, en muchas ocasiones, en repetir las cosas hasta la extenuación, sin análisis ni orden: es sorprendente asistir a una clase sobre circuitos eléctricos en la que jóvenes de 17 años repiten una y otra vez la misma palabra como si estuvieran aprendiendo un rezo. A esta dura realidad, se suma el acoso sexual al que muchas niñas y adolescentes se ven sometidas. Algunas son chantajeadas con no pasar de curso si no mantienen relaciones sexuales con el profesorado. Otras se quedan embarazadas.

Sus testimonios son, sin duda, los momentos más sobrecogedores de un documental con un tono sencillo, pero bien realizado, que no desdeña la belleza del África subsahariana, pero que se pierde un poco en su segunda parte, cuando Marta entrevista a personalidades del mundo de la educación con el objetivo de buscar soluciones. Por la pieza desfilan, entre otros, Federico Mayor Zaragoza, expresidente de la Unesco y presidente de la Fundacion Cultura de Paz, Jaime Saavedra, director del Departamento de Educacion del Banco Mundial, Bayo Olotu, director de los Programas Chrome & Android en Google y Ndaba Mandela, nieto de Nelson Mandela. En esta parte se aportan todo tipo ideas y perspectivas -quizá de ahí el hecho de que la narración parezca menos estructurada- pero también se hace autocrítica acerca la condescendencia con la que gran parte del mundo ha tratado al continente. ¿La más clara? Quizá la de que «la limosna no es sostenible», como señala Marta ante la ONU. Una interesante reflexión que permite mirar con esperanza al futuro de la educación en África.

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