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Un fotograma de 'El laberinto del fauno'.

'El laberinto del fauno', un fantástico cuento de hadas para adultos

En cartelera ·

Guillermo del Toro logró aunar reflexión y espectáculo en una película imaginativa y metafórica, plagada de referencias cinéfilas y literarias

Jueves, 9 de julio 2020

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El cineasta mexicano Guillermo del Toro pertenece a una generación de directores que defienden a capa y espada su amor por el género fantástico. El cine y el cómic son sus dos grandes pasiones, que fusiona siempre que puede. Tras inaugurar su ascendente carrera con la reivindicable 'Cronos' (1993), pasearse por Hollywood con dificultad de la mano de 'Mimic' (1997) y retomar energías con 'El espinazo del diablo' (2001) -con referencias a las viñetas de 'Paracuellos' de Carlos Giménez-, el éxito de 'Blade 2' (2002) le permitió trasladar al celuloide con arrojo las historietas de 'Hellboy' (2004), con secuela incluída. Con 'El laberinto del fauno' (2006) logró aunar reflexión y espectáculo en una película imaginativa y metafórica, plagada de referencias cinéfilas y literarias, que cosechó numerosos premios de importancia, entre ellos varios Goya. Fue una de las grandes sorpresas en la ceremonia de los Oscar: Eugenio Caballero, director de arte, se llevó la preciada estatuilla por su trabajo, así como la empresa española de efectos especiales de maquillaje DDT. La política de exhibición en salas comerciales post-confinamiento nos permite volver a disfrutar con títulos de éxito que han hecho historia, como el ejemplo que nos ocupa.

Del Toro aterrizó en España para producir 'El laberinto de Fauno', con Sergi López como actor principal, la debutante Ivana Baquero y nombres como el del añorado Álex Angulo, Maribel Verdú o Ariadna Gil, añadiendo interés a un reparto con label nacional. Un año de preparación, cuatro meses de rodaje y seis meses de postproducción fueron necesarios para que el filme llegase a buen puerto. «'El laberinto del fauno', como 'El espinazo del diablo', trascurre en el período que sigue a la Guerra Civil, en tiempo de Franco y de los coqueteos con el fascismo», contaba Del Toro. «Comparten, por tanto, una misma esencia, pero no está tratado de forma directa, sino tangencial, cifrada. Para mí, fascismo representa el horror último, el más grande, y por esa razón es un tema ideal para contarlo como un cuento de hadas para adultos. Porque el fascismo es sobre todo una forma de perversión de la inocencia, y, por tanto, de la infancia. Para mí, el fascismo representa, en algún sentido, la muerte del alma, como algo que te forzara a hacer elecciones terribles y dejara una marca indeleble en lo más profundo de quienes viven a través de él. En esta película ese monstruo está representado en el Capitan Vidal, interpretado por Sergi López. Un monstruo muy real, comparable al que se esconde en el Laberinto. El fascismo te consume, palmo a palmo, no tiene qué ser físicamente, pero sí espiritualmente. Este concepto está en el corazón de El espinazo del diablo, pero creo que lo he tratado mejor en El laberinto del Fauno, un film mucho más complejo, más metafórico, incluso más oscuro».

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