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Un hombre bajo la sombra de una palmera en la playa de la Malagueta. Efe
Refugios climáticos, el oasis urbano para superar la ola de calor

Refugios climáticos, el oasis urbano para superar la ola de calor

ODS 13 | Acción por el clima ·

Barcelona es la ciudad pionera en España en ofrecer una red de estos espacios

Martes, 8 de agosto 2023, 06:02

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Las sillas frente a la puerta charlando hasta altas horas de la noche es una de las estampas habituales en los días de verano, una actividad que, tradicionalmente, se ha denominado «estar a la fresca». Sin embargo, esto es tarea imposible en poblaciones medias y ni hablar de las grandes ciudades. Buscar la 'fresca' es cada vez más complicado con las altas temperaturas diurnas y nocturnas que se expanden de norte a sur y de este a oeste.

En los últimos años, España se ha acostumbrado a encadenar olas de calor. El año pasado se contabilizaron 42 días bajo esta denominación oficial, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Este 2023, tan solo se han registrado dos olas de calor, pero «esta semana viviremos la más extrema del verano», destacan los expertos de Meteored. Se alcanzarán temperaturas de 42 y 44 grados durante el día y por encima de los 25 grados por la noche. «Tan solo Galicia, el litoral Cantábrico occidental y el Mediterráneo se librarán», señala la Aemet.

Encender el aire acondicionado o enchufar el ventilador son las armas para superar el calor extremo de los últimos veranos. Aunque no toda la población tiene acceso a estas soluciones, ya que, según datos de Eurostat, nueve de cada 100 personas están lejos de llegar a la temperatura de 25 grados en verano que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). «La pobreza energética es también un problema en verano», recalca Cruz Roja.

En este sentido, cada vez cobra más protagonismo la frase: «vamos al centro comercial que hay aire acondicionado». Un oasis en las islas de calor que se han convertido las ciudades con la llegada del cambio climático. «Mucha gente lo hace», explica Ana Terra, investigadora postdoctoral en justicia en la planificación e implementación de la adaptación al cambio climático en el Basque Centre for Climate Change (BC3). «La clave es que ahí se está a 25 o 27 grados y fuera a 40 grados», apostilla Javier Martín-Vide, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona y especialista en Climatología. Son lo que los expertos llaman refugios climáticos.

«Es un espacio que ofrece confort térmico a las poblaciones más vulnerables»

Ana Terra

Investigadora postdoctoral en justicia en la planificación e implementación de la adaptación al cambio climático en el Basque Centre for Climate Change (BC3)

«En España nacen en 2017 y 2018 en Barcelona», destaca Martín-Vide. Aunque, realmente, estos espacios siempre han estado ahí. «Con esta idea de refugio climático, la gente puede conocer que dispone de lugares donde no pasar calor en verano o frío en invierno», explica Terra.

Barcelona, pionera

Aunque en España no hay un registro oficial de refugios climáticos, Barcelona es la urbe pionera en su implementación. «Es un espacio que ofrece confort térmico a las poblaciones más vulnerables», explica Terra. Es decir, son espacios pensados para niños, personas mayores o con patologías preexistentes, así como personas sin hogar o que residen en edificios en malas condiciones.

No obstante no son infraestructuras nuevas, sino espacios preexistentes que han sido repensados como refugios además de seguir con sus funciones originales. «Aunque pocos lo son de verdad», señala Josep Roca, catedrático emérito de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Cataluña. «Hay que cumplir unos mínimos, no es poner refugios en cualquier lugar. Estamos hablando de salud», recuerda Ana Terra.

Aunque no hay unos estándares mínimos, no todo vale como refugio. «Una calle con sombra o una estación no lo son, por ejemplo», advierte la investigadora del centro vasco. «En primer lugar deberían estar situados a menos de 300 metros de las viviendas y de los lugares de trabajo no acondicionados, especialmente en los barrios más vulnerables», recalca Roca.

En este sentido, muchas ciudades españolas han optado por abrir colegios, habilitar bibliotecas o poner a disposición de la ciudadanía centros cívicos, en el caso de infraestrucuras 'de interior'. «También pueden ser parques con mucha sombra», explica Martín-Vide. Pero han de cumplirse dos puntos más: que tengan buena temperatura y, sobre todo, que haya acceso a agua potable de forma gratuita. «Esto es vital», apostilla.

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Así Barcelona ha extendido su red por más de 200 centros por toda la ciudad; Bilbao ha habilitado más de un centenar entre exteriores e interiores; Vitoria identificó 449 espacios y Málaga aprobó en 2022 una moción para poner en marcha un plan de refugios climáticos.

«El problema es que poca gente los conoce, aunque cada vez son más frecuentes», apunta la investigadora del B3C. Para superar esta barrera, la red de grandes ciudades frente a la crisis climática ―bautizada como Grupo de Liderazgo Climático C40― recomienda su implantación y que se den a conocer «antes y durante una ola de calor mediante vallas publicitarias, aplicaciones telefónicas o mensajes al teléfono móvil».

Abiertos 24 horas

Sin embargo, ese desconocimiento no es el único problema. «El acceso es restringido», explica Martín-Vide. «Aquí en Barcelona -señala Roca- las bibliotecas están bien acondicionadas, pero cierran a las dos de la tarde y, por supuesto, están cerradas en fin de semana o en el mes de agosto».

Estos espacios habilitados durante, en su amplia mayoría, el día permiten evitar las horas de más calor, pero «estas noches no vamos a bajar de los 25 grados», recuerda el catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona. Jornadas que la Aemet califica como tropicales o tórridas que generan un estrés térmico que puede generar patologías cardiovasculares, enfermedades respiratorias, falta de sueño e incluso efectos en la salud mental. «Esto aumenta los ingresos hospitalarios, la morbilidad y la mortalidad», añade.

Entre el 30 de mayo y el 4 de septiembre, según un análisis del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) se produjeron 61.672 muertes atribuibles al calor, 11.324 de ellas en España. «Sí, hay que facilitar el acceso al aire acondicionado a aquellas personas que no tienen o aislar térmicamente sus casas, pero no debemos olvidar ofrecer un apoyo sociosanitario a los más vulnerables», advierte Martín-Vide. «Por las noches no tenemos más escapatoria».

La recomendación de sanitarios y médicos, si no hay otra opción, ducharse con agua tibia o fría antes de acostarse para bajar la temperatura corporal, comprobar que todos los aparatos eléctricos están apagados porque generan calor, evitar el alcohol, la cafeína y los alimentos picantes por la noche, pues aumentan la temperatura corporal; y optar por ropa holgada, ya que la ropa ajustada o los pijamas atrapan el aire caliente junto al cuerpo.

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