De salvar Veneguera al no al petróleo
La federación ecologista está de aniversario tras un cuarto de siglo en el que ha logrado convertirse en la organización social con mayor capacidad de movilización de Canarias y en una de las que más ha contribuido a construir una identidad regional
Gaumet Florido y / Las Palmas de Gran Canaria
Jueves, 16 de julio 2020, 08:37
Son los hijos del Sol, porque es justo eso lo que significa Ben Magec en lengua canario-amazigh, pero también son los hijos de las causas justas, las luchas compartidas o los sueños cómplices. Y es que Ben Magec nació hace 25 años, el 14 julio de 1992, al calor de una ilusión común: la de poner coto al desarrollo urbanístico desaforado que estaba poniendo en riesgo el patrimonio natural y cultural del Archipiélago. Entendieron que los problemas que afectaban al medio ambiente de cada isla y hasta de cada municipio tenían una raíz compartida, que no era otra que el modelo económico imperante, entonces y ahora, en las Islas y que, por tanto, a las luchas a escala local les hacía falta una mirada más global, un enfoque regional. Y el detonante fue la batalla por salvar Veneguera. Había que evitar, a mediados de los 80, que aquel territorio virgen de cardones y tabaibas mutara en Puerto Rico 2. «Con Veneguera vieron la necesidad de una coordinación archipielágica en el movimiento ecologista», apunta Luis Sánchez, ex secretario general de Ben Magec. Primero empezaron a verse en asambleas y luego acabaron creando la estructura colectiva que ahora está de aniversario y que este sábado lo celebraron con el festival 25 vueltas al Sol en Vegueta.
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Veneguera, Tamadaba, Tindaya, Berrugo, Malpaso, Granadilla, las prospecciones... Son todos hitos en la lucha de Ben Magec, pero han sido más las batallas «sordas», como las llama Heriberto Dávila, que fue secretario de Organización entre 1999 y 2008, las que no conoce el gran público y que, sin embargo, han contribuido a preservar o mejorar el entorno. «La gente no sabe que a lo mejor detrás del palmeral junto al que pasa todos los días hubo alegaciones de Ben Magec o de alguno de sus colectivos, o una reclamación judicial», apunta. «Canarias hubiera sido otra sin Ben Magec».
Antonio Hernández, portavoz de la federación en ese periodo, le atribuye además otra contribución a la sociedad canaria. «Ha sido la organización que en los últimos años, y de forma siempre muy independiente, ha logrado las mayores cuotas de transformación social y de desarrollo de las ideas de César Manrique», porque, para Hernández, Ben Magec «es la heredera del pensamiento» del genial artista lanzaroteño. Y todo ese bagaje, subraya, lo ha materializado usando los instrumentos que permite la legislación vigente. «Nos han llamado antisistemas, con ánimo despectivo, cuando lo cierto es que nuestras luchas han estado y están dentro del sistema». Es abogado y recuerda, sin ir más lejos, que sus tres ILP están «en el top de las ILP, las que han tenido mayor respaldo popular, incluso más que la que pidió la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria».
Luis Sánchez tiene las cifras que dan fe de ese apoyo de la calle. La primera ILP, sobre Veneguera, en Gran Canaria, se presentó en 1996 con 46.000 firmas; la segunda, en 2004, con más de 56.000, para frenar el Puerto de Granadilla, en Tenerife; y la tercera, en 2008, la de Canarias tiene un límite, ni una cama más, con más de 40.000. Y entre sus hitos en cuanto a movilización callejera apunta las más de 10.000 personas de la manifestación en contra de urbanizar Veneguera; las cerca de 25.000 en la protesta de mayo de 1997 contra la Lanzadera de El Hierro en Tenerife; las 10.000 que se juntaron en Arrecife (Lanzarote) en el marco de la campaña Ni una cama más, y sobre todo, las más de 100.000 personas, algunos hablan de 250.000, que, de forma simultánea, se echaron a la calle en las siete islas contra las prospecciones petrolíferas, el 7 de junio de 2014.
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Ben Magec atraviesa ahora una etapa de cierta transición, como la califica Sánchez, pero sigue tan «viva» como siempre, en la denuncia y en la tarea de concienciación ambiental, apostilla José Guillén, que sí advierte de que tras el «salto a la política», rápido y reciente, de muchas de las personas que integraban los movimientos sociales y ecologistas en Canarias, han perdido cierto músculo. Por eso, uno de sus retos ahora a nivel de organización, señala Noelia Sánchez, es lograr una mayor implicación de la gente. «Sentimos el respaldo de la ciudadanía, pero nuestro reto es demostrarle que llegaríamos aún más lejos si la gente pasa de la participación pasiva, en firmas o manifestaciones, a una más activa, nos faltan manos».
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