A algunos les molesta que Asier Antona tenga criterio, su propio estilo y esté decidido a emprender desde el centroderecha una línea política capaz de aunar el ideario nacional de su partido con su firmeza por afianzar la autonomía de los populares en Canarias. Es posible, tanto constitucional como estatutariamente, y ciertamente deseable. Es más, solo así Antona podrá consolidar una larga trayectoria pública en las islas; con un itinerario distinto al de su predecesor José Manuel Soria que, llegado el momento, atendía debidamente los requerimientos del poder político y económico de Madrid. La paradoja de la sucesión en el PP, abrupta e inesperada, fruto solo de la aparición del nombre de Soria en los papeles de Panamá, es que ahora a Antona le toca ser él mismo más que nunca. Cualquier reproducción, incluso en las formas, de lo que fue Soria y la larga sombra que dejó, supone cortar de raíz todos los posibles que Antona tenga. Y dado que dispone de un amplio margen de maniobra producto, entre otras cosas, de que en el cuartel general de Génova necesitan tanto ahora como en el futuro de perfiles de consenso como el suyo, puede hacerlo.
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Antona no es sectario. Toda una bendición en los tiempos de la posverdad y la guillotina posmoderna instaurada en la instantaneidad del mundo actual. Y no tiene remilgos en consensuar con quien sea preciso; de hecho, se prestó a dialogar con Fernando Clavijo y se suma a articular acciones de consenso en la oposición junto al PSOE, Podemos y NC. Una forma de hacer que entronca además con su reconocimiento a la capacidad y respeto a otros líderes políticos que han conformado la arquitectura autonómica como, por ejemplo, Jerónimo Saavedra. En suma, ha venido para quedarse como jefe de filas de los populares en el Archipiélago y no está dispuesto a que otros, obedeciendo intereses y presiones terceras que no aceptan un PP autónomo en las islas, le amarguen su andadura política.
Antona será pieza indispensable en 2019, tanto si se produce una ola electoral a favor del PP al alimón de lo que acontece en Cataluña como si sobreviene un tablero de convulsión política aún mayor en el que a Génova le interese impulsar perfiles de moderación que reúnan la convicción por la regeneración constitucional. Y ante esto algunos se empeñan en intentar que el PP isleño sea manejable y siga sin más una oposición apaciguada a la mera espera de acontecimientos. Les ha sorprendido que Antona sea proactivo. Que sepa lo que quiere. Y que encima, a diferencia de la etapa anterior de los populares canarios, cuide con talante las formas empleadas.
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