Se cumplió lo previsible: Luis Bárcenas acudió al Congreso de los Diputados y apenas abrió la boca. Cuando lo hizo fue para demostrar que le sobra orgullo y le falta algo de educación, pero allá cada uno con sus formas. A fin de cuentas, el que queda retratado con sus gestos es él. Me incluyo entre los que pensaban que una comisión de investigación sobre posibles irregularidades en la financiación de un partido no tenía sentido cuando ese mismo asunto se dirime en sede judicial. Porque no hace falta ser un experto en la materia para intuir lo que iba a pasar: los investigados por la justicia anteponen su derecho a la defensa a las ganas de dar explicaciones en el Congreso o en el Senado. Y es razonable, porque cualquiera que sospeche que puede acabar en la cárcel, mide sus palabras hasta el milímetro y reserva las explicaciones para el foro en el que se juega la libertad.
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Si de verdad el Congreso quería ir al fondo de la cuestión, debió abrir una comisión para estudiar si hay que revisar el mecanismo de financiación de todos los partidos. Esto es, para determinar qué está fallando para que las ayudas públicas sean insuficientes y para que, a diferencia de otros países, en España lo que domina sea la aportación de fondos por vía ilegal. Ese problema afecta a casi todos los partidos, de manera que poner la lupa solo en uno y hacerlo cuando en paralelo hay causas judiciales abiertas, solo sirve para perder tiempo.
El otro aspecto que sobrevuela el silencio de Bárcenas es la sospecha más que fundada de que su mutismo obedece a un pacto secreto con el Partido Popular, de manera que la principal beneficiaria del acuerdo sería la esposa del exsenador, que se beneficiaría de dar con sus huesos también en la cárcel. El tiempo dirá si es así o no, pero a fecha de hoy quien pierde con esos silencios compartidos es la organización que preside Mariano Rajoy. Lo digo porque queda como aliado de un presunto delincuente, con el añadido de que el PP está formalmente imputado (investigado, como se dice ahora) por sus tejemanejes en materia de financiación. Y si el PP piensa que la mejor defensa es pasar al ataque contra los demás, señalando a Podemos por sus alianzas con Venezuela, Irán y demás países del (nuevo) Eje del Mal y al PSOE por los ERE andaluces, entonces veremos reproducida en otra comisión de investigación los mismos errores de partida que en esta del Congreso: gente desfilando por allí, sin aportar nada en concreto y haciendo que el ciudadano tenga razones para desconfiar de la clase política.
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