Sirva como irónica declaración de principios de este artículo lo escrito en cierta ocasión por Isabel Allende: «Copiar a un autor es plagio, copiar de muchos es investigación». Y viene a cuento, claro está, del vodevil político que estamos soportando en este país, tan complaciente con la picaresca y la piratería, en el que de repente los plagios, las copias y sinvergüencerías similares se convierten hipócritamente, en delitos de lesa humanidad, monopolizan el debate político y eclipsan los temas trascendentes, cuando, por cierto, ya hay tambores que avisan que la desaceleración acecha; lo que demuestra que lo que prima es el oportunismo ramplón, en el que se suceden las mentiras, no importa echar mano de discursos destructivos y deja a las claras que el ánimo regenerador no guía los comportamientos de los responsables políticos. ¡Pobre universidad pública, ahora usada como daga de estos que no les ha importado degradarla para mayor gloria de sus currículums, vilipendiando sus sacrosantos valores, y la utilizan como arma contra el adversario!
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En su reciente visita a CANARIAS7, donde presentó su último libro, Ramón Jáuregui, con su generosidad habitual, dijo que los políticos de hoy lo tienen más difícil de lo que lo tuvieron ellos, que timonearon una compleja transición política de la dictadura a la democracia. No diré que no, porque seguramente instalarse en la melancolía de lo bueno del ayer es un ejercicio improductivo, pero tal y como se la están ventilando los actuales, sin reparos en hacer usos torticeros de las instituciones y de sus órganos, con el único ánimo de obtener canonjías para sus partidos y en clave exclusivamente electoral, no creo que haya motivos para presumir sino para lo contrario.
Del uno al otro confín, del presidente del Gobierno, ministros varios, a líderes de la oposición, han andado deformando esta sociedad nuestra, hasta el punto que con lo que nos proyectan toca pensar que vivimos en una ciénaga y que el hedor a cloaca lo impregna todo. Así no se construye futuro, así se incendia. Y cuando las bajas pasiones, que alimentan buscando rascar votos aquí y allá, se desaten reconducirlas puede ser tarea casi imposible y la ola regresiva que anda bañando no pocos lugares de la vieja Europa y el mundo también nos salpicará. ¿Y entonces?
La España actual no es tal y como nos la muestran esos que se dicen responsables políticos, pero, tristemente, puede llegar a serlo como consecuencia de tantas sumas de irresponsabilidades y mercachiflería que no tienen como prioridad el interés general.
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