Le han señalado la puerta de salida a Susana Díaz y ella lo rechaza. A pesar de la bajada de escaños, ganó los comicios y naturalmente aspira a representar el papel de líder de la oposición e incluso no ha ocultado que desea repetir como candidata. Pedro Sánchez no tiene argumentos políticos en su itinerario para revertir los de ella, perdió dos comicios generales y no se marchó. Pero los pretextos de la política y el poder en tiempos de la posmodernidad son otros y está decidido a devolverle la jugada del famoso comité federal. Ahora o nunca, mascullan en el cuartel general de Ferraz. Sánchez no va a desperdiciar la oportunidad de controlar el socialismo andaluz que fue, junto a Cataluña, el gran bastión de las victorias nacionales del PSOE. En las últimas horas las declaraciones de la vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo y del ministro de Fomento José Luis Ábalos han encendido la luz verde de una operación que todo apunta que se hará antes de los comicios de mayo. La intensidad de la misma dependerá de cuánto ruido se quiera evitar: Díaz se atrincherará y cuenta aún con muchos cuadros y militancia que no compartirán decisiones traumáticas ni gestoras.
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En el proceso de primarias disputado entre Sánchez y Díaz se dirimieron dos modelos de partido en el que ganó el primero y se rompió con el relato nacido en Suresnes. José Luis Rodríguez Zapatero es consciente de la delicada situación y ha salido públicamente a respaldar a Díaz. Los barones que la apoyaron en su momento no lo harán. La conformación de las listas es inmediata e impera el silencio porque nadie se enfrenta a un secretario general que es también presidente del Gobierno. Por eso Sánchez piensa hacerlo antes de mayo, luego unos malos resultados en las elecciones locales y autonómicas le quita crédito interno.
La tregua entre ambos se acabó. Y Sánchez no dejará escapar la ocasión de resarcirse de su destitución. Aunque si se pasa de frenada las consecuencias pueden ser contraproducentes. Pero una vez que ya se es jefe del Ejecutivo, poco tiene que perderse salvo la opción de repetir. Las palabras de Zapatero a favor de Díaz son congruentes pero ya no dispone de mando en plaza y quizá en Ferraz ni las sopesen. Además, la división de Podemos va a afectar asimismo al PSOE y Sánchez no dejará transcurrir las semanas sin más sin mover ficha, tiene que aparentar una idea de regeneración en tierras andaluzas. No puede ser menos. Reaccionará según su postulado. Y en función de cómo se defienda Díaz y los suyos, el riesgo de que el PSOE vuelva a abrirse en canal es evidente. Que en Ferraz lo midan es otra cosa.
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