El hambre saca lo peor de las personas. Alguien que aparenta un mínimo de educación se transforma en una fiera sin escrúpulos cuando el pan empieza a escasear en la mesa. El estómago no tiene límites, es insaciable y no perdona una comida desde que se acostumbra a la sopa boba de obtener todo fácil. ¡Díganle ahora a los ayuntamientos y cabildos canarios que les quitan los 160 millones de euros del Fdcan para destinarlos a servicios esenciales de la Comunidad Autónoma! No hay Gobierno regional que aguante el rugido de las tripas de 88 alcaldes.
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Desde el principio y aunque aún cueste reconocerlo, la idea del Ejecutivo de Fernando Clavijo de dedicar 1.600 millones de euros a pequeñas obras no parecía un menú equilibrado para una región a la cola en todas los ratios económicos y sociales del país. Se trataba de dividir en mil trozos una tarta que, en conjunto, hubiera saciado en parte el hambre de recursos de Sanidad o Educación, pero partida en mil pedazos se convertía en migajas que se perderían por el sumidero de la gestión pública.
Los primeros dos años de ejecución del Fdcan han demostrado que los temores de muchos iban bastante bien encaminados. El efecto en la economía canaria del Fondo de Desarrollo ha sido como echar un poco de sal en un rancho para la tropa: soso aunque muy nutritivo para la política de regate en corto. Mientras, los consejeros del Gobierno continúan achacando a la falta de recursos los escasos avances en dependencia, lista de espera sanitaria o resultados escolares. Una rotonda aquí, una plaza allá...y las políticas del Estado de bienestar continúan muriendo de hambre.
La última bronca sobre el mantel de la Consejería de Hacienda con las corporaciones locales de La Palma sólo viene a corroborar que se busca saciar estómagos agradecidos y gastar los fondos sin un menú claro para evitar que los alimentos se pudran en la nevera. Se meten en el mismo caldero verduras, fruta, legumbres, carne y pescado para servir un plato que subiría por las paredes a Samantha, Pepe y Jordi. Revolver mucho no mejorará el plato.
El problema es que esta edición de este MasterChef dura nada más y nada menos que diez años. Los convenios firmados por el Ejecutivo canario con los ayuntamientos y cabildos tienen esa temporalidad, con lo que será muy complicado que el nuevo gobierno que surja de las urnas el 26 de mayo cambie este desaguisado. ¡Cualquiera rompe la cadena alimenticia por mucho que los verdaderos problemas de esta Comunidad Autónoma tengan fatigas! Se les puede quitar el delantal, pero eso no mitigará el hambre.
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