Despacito, con tiento y buen ojo, es el ritmo que se ha marcado Asier Antona para entrar en el Gobierno de Clavijo. También es verdad que las prisas las ha dibujado el propio Partido Popular al señalar fecha de entrada, y que a los periodistas nos encanta el estrés. Un cóctel perfecto para animar el cotarro político y mediático, para tener de qué hablar y sobre qué especular. En estas circunstancias conviene separar el trigo de la paja (Amén). Hay una decisión política trascendental, creo que tomada, aunque desde dentro se matiza que «medio tomada». Hay un muy alto porcentaje a favor de entrar en el Gobierno y gobernar. Hay prisas, pero no tantas como nos ha dicho, ni siquiera Antona se ha dirigido a Clavijo para comunicarle el deseo, y mucho menos se habla de consejerías o personas, cuestión por la que sí están preocupados muchos cargos del Partido Popular y mucho más en CC. Y un último tema. El entendimiento entre la CC de Clavijo y el PP de Antona no es tan idílico como pensamos y la negociación se presenta dura, complicada, diría que a cara de perro.
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No es tan fácil la negociación que se avecina como a primera vista parece. Asistiremos a una auténtica pugna de poder. El PP quiere dejar constancia de su centralidad política, su fortaleza y su superioridad. CC no se dejará tocar en lo esencial, y peleará como sabe hacerlo, como lo ha hecho desde Manuel Hermoso, pero sobre todo, tratará de dominar la escena mediática y darse por vencedores aunque en el camino pierdan hasta los calzones. Desde que CC echó al PSOE del Gobierno y se quedó solo, entregó parte del poder al PP que ha ejercido la centralidad política y cierto dominio con el que ha amenazado a los nacionalistas; pero en esta batalla el PP también tiene un límite, el marcado por Madrid, es decir, nunca podrá negociar para humillar a CC, sobre todo públicamente, aunque por lo bajo Clavijo le entregue a Antona más de la mitad del poder de la comunidad. Con este límite impuesto, Clavijo tiene la garantía de seguir en solitario, como hasta ahora, una opción que cada día secunda mucha más gente en el partido nacionalista, entre otras cosas porque poner ahora fuera del Gobierno a más de doscientos cargos y abandonar políticas importantes, como la recuperación de Gran Canaria por la vía de los acuerdos con Ciuca o Bravo de Laguna, el liderazgo de Pablo Rodríguez y el impulso de nuevas caras, como la del consejero de Industria, Pedro Ortega, es muy duro.
La gran ventaja de Asier Antona es que tiene las manos libres. Puede decidir entrar en el Gobierno, dar estabilidad y poner condiciones o quedarse en la oposición y hacerle la vida imposible a CC a base de escaramuzas, porque en los asuntos importantes, Ley del Suelo y próximos presupuestos para 2018, tiene que votar a favor, salvo que a nivel nacional pase algo. El PP de Canarias puede ser la gota malaya de Clavijo en los próximos dos años y un socio más incómodo que el PSOE, entre otras cosas porque Antona ya goza de reputación en Génova, se ha sacrificado mucho a favor de Madrid y puede pedir cierta árnica para desgastar a Clavijo y a su gente, sobre todo en las etapas de calma, como la que se avecina durante los próximos meses después de aprobar los Presupuestos Generales del Estado para seis meses, prorrogables otro seis, ocho o doce, según como vaya la cuestión catalana y la evolución del PSOE de Pedro Sánchez.
Con todos estos elementos sobre la mesa es previsible que no haya mucha tranquilidad a pesar de las apariencias, ni en CC ni en el PP, y que esa libertad de la que goza Antona pueda torcer los planes de Clavijo y acabar la negociación como el rosario de la aurora.
Aquí también hay cuestiones de fondo y de largo alcance, como la reforma del Estatuto de Autonomía y la futura Ley Electoral Canaria. El PP nunca lo había tenido más claro. Quiere una buena, ambiciosa y certera reforma, con una bajada de topes y acabar con la triple paridad para dar más representación en el Parlamento a las islas más pobladas y la quieren en vigor en el 2019. Una posición que cuenta con el apoyo de toda la oposición, salvo de CC y los gomeros de Casimiro Curbelo. Es una reforma a la que se comprometió por escrito Mariano Rajoy con Nueva Canarias, que cuenta ya con la salvaguarda de que si no hay acuerdo en Canarias lo habrá en Madrid. Es decir, a diferencia de otras negociaciones, en las que CC ha impuesto la paralización de una reforma electoral que rompa con la triple paridad, en esta ocasión es muy posible que su futuro socio saque fuera del pacto de gobierno el asunto. Al PP le conviene entrar en el Gobierno, pero no es tan fácil como lo habían pintado, porque en esta ocasión lo hacen para desplazar a CC, ganar las elecciones en 2019, convertirse en primera fuerza política y tomar la presidencia del Gobierno, por primera vez en la historia. Ese objetivo se puede ganar desde el Gobierno, pero también desde la oposición. Lo que no quiere este nuevo PP es seguir en la política canaria como segundones, ni comer las migajas que caen de las mesas de los señores.
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