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Votar con la nariz tapada

Viernes, 17 de julio 2020, 11:21

A fin de cuentas, cuando ya no hay más razones y cuando cunde el miedo y la desolación entre los votantes, cuando se mira a la derecha y a la izquierda sin que ninguna de las opciones aseguren el soporte vital, la continuidad, la seguridad y la unidad y cuando el partido estrella y su líder, que ha gobernado España en los últimos cuatro años, huelen a podrido, se inclina el votante por la última opción, votar con la nariz tapada. Es el último pensamiento conmovedor de la conciencia que ha cultivado el PP en esta campaña electoral sin recurrir con claridad a los argumentos. Rajoy se mueve a lo largo y ancho del país, con un mensaje subrepticio, inapreciable a simple vista, pero poderoso. Da igual las encuestas, los debates, los contenidos, la derecha o la izquierda, porque el líder del PP es el único candidato posible, la última opción a pesar de todo. No importa que sea el candidato peor valorado, que la corrupción siga comiéndose a su partido, votarle a él significa votar el mal menor, salvar a España, la única España posible.

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Ha bastado con poner en marcha la maquinaria del miedo al yihadismo, al independentismo, a los experimentos políticos y a la falta de experiencia de sus contrincantes, a los que ahora les exige, como mínimo, haber sido concejales. La inocencia de la conciencia es más potente que la razón, y que Rivera e Iglesias son un peligro para la estabilidad, es un mensaje que cala con mucha facilidad en los indecisos, la verdadera fuerza de estas elecciones. Por eso se empeña Rajoy en descalificar su juventud y su falta de experiencia para timonear el país. ¿Quién daría las llaves de su casa a Pablo Iglesias o a Rivera?, se preguntaba en estos días el inefable Alfonso Alonso (PP) en un símil con el que pretendía zaherir la conciencia de los temerosos.

Su estrategia, la del miedo, es la razón última de por qué no acudió al debate con los líderes emergentes y prefiere mantener uno con el líder institucional de la oposición. Lo hace sabiendo que la realidad política en este país ha cambiado de forma determinante y que sus contrincantes no sólo merecen el puesto que se les ha dado en las encuestas, sino que han obtenido representación en las autonómicas y municipales. El debate a dos organizado por la Academia de la Televisión, es una respuesta al miedo de los votantes. Sentarse a debatir con Rivera e Iglesias es reconocer su liderazgo político y su capacidad para intervenir activamente en estas elecciones y lo que tienen que saber los españoles es que esto se decide entre dos, y que él es el último argumento para decidir el voto. De la misma manera, no acudir al debate organizado a cuatro bandas por Atresmedia, no fue un error, sino parte de la estrategia de ningunear a los jóvenes oponentes y colocarse al margen del verdadero debate, como valedor de la última razón, la del miedo. No importa quién soy, ni lo que he hecho, nos dice a los españoles, soy el último refugio de este país, el mal menor, el valedor de la estabilidad al que hay que votar aunque sea con la nariz tapada.

La idea, fuerza que utiliza al PP, subyuga a pensionistas, trabajadores, empresarios y parados, a la derecha, a la izquierda y al centro sociológico y hace mella hasta en las mentes más poderosas del país. ¿Quién es capaz de mantener la Unidad de España? Se pregunta el prestigioso filósofo Gustavo Bueno a preguntas del periodista Antonio Lucas, en “El Mundo”. ¿Votará el 20N?, preguntaba el periodista al final de su entrevista, “Sí, y además a Rajoy, pese a todo”. Un “pese a todo” con el que Bueno recrimina la gestión de Rajoy, su liderazgo y su política. ¿Por?, inquiría Lucas, posiblemente sorprendido por la respuesta, después de que el filósofo le confesará que el problema de España es la “estupidez” . “Votaré a Rajoy porque es el único en el que confío para mantener algo más de tiempo la unidad de España”.

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