Un espectáculo a 3.718 metros

Viernes, 17 de julio 2020, 09:57

Todos los días, justo al caer el sol, la sombra del Teide se proyecta primero sobre el terreno y luego, majestuosa, en la atmósfera. El miércoles se daba además la circunstancia de que se alienaba con la luna llena, una visión extraordinaria que gracias a Teleférico del Teide se puede disfrutar desde el mismo pico del volcán tinerfeño. Teleférico del Teide lleva 43 años ascendiendo a millones de personas a los 3.718 metros de altitud del Teide y a las vistas que desde esa altura se pueden disfrutar. Fue «el primer gran recurso de ocio complementario al turismo que tuvo Tenerife», recordaba la noche del miércoles su director general, Ignacio Sabaté. Cuatro décadas después suma a las cabinas que cada poco rato suben y bajan del pico del Teide un completo catálogo de experiencias, Volcano Life Experience, que aglutina múltiples actividades que se pueden realizar en el Parque Nacional del Teide bajo su patrocinio. La presentación del portal web se hizo coincidir con un espectáculo que, en palabras del astrofísico y administrador del Observatorio del Teide del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), Miquel Serra, es «sublime»: la alineación de la sombra del Teide con la luna llena. Un fenómeno que no se repite cada luna llena, porque «no siempre coincide que la luna salga cuando cae el sol», pero que, ya sin la luna, dice, es «impresionante». La presentación del portal incluía un pase a la alturas para ser espectadores privilegiados del baile de la sombra de la montaña más alta de España con la luna llena, pero el viento impidió el ascenso y las nubes y la calima se confabularon para no dejar ver casi nada. Hubo que conformarse con vislumbrarlo en directo a través de internet y la webcam de Teleférico del Teide. La sombra de la montaña comenzó a proyectarse poco a poco sobre el terreno y luego más allá, sobre Gran Canaria, hasta por fin hacerlo sobre la atmósfera... pero ni rastro de la luna llena. Las nubes la tapaban y la calima tamizaba toda la visión, tanto que ni aguzando la vista se atisbaba Gran Canaria en el horizonte como sí sucede nítidamente los días despejados. Sin sombra y sin luna llena, desde Las Cañadas una simple puesta de sol es ya espectacular.

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