Tarragona no entiende la polémica
En todos los hoteles de Tarragona hay un folleto del Patronato Municipal de Turismo en el que, entre otras excelencias, se destaca que la ciudad catalana «no es solo monumentos romanos, también tiene un importante pasado medieval, edificios modernistas, playas de arena blanca y aguas cristalinas, un pintoresco barrio marinero, bosques y espacios naturales protegidos...» Sobre la marcha asalta la duda: ¿es posible que coexistan una plataforma petrolífera a 40 kilómetros de distancia con esas «playas de arena blanca y aguas cristalinas»? Lo cierto es que en Tarragona casi nadie tiene dudas: la convivencia es posible y, según el Ayuntamiento, los empresarios y los pescadores, casi perfecta. «Tarragona vive de los dos sectores», repiten casi al unísono Mercedes de Pablo, directora general de la Cámara de Comercio, y Begoña Floria, primera teniente de alcalde -en representación del Partido Socialista- y edil de Playas. «Somos exigentes», sentencia la dirigente municipal, «con la actividad industrial y con Repsol [la petrolera explota la plataforma Casablanca desde 1982 y es la titular de la refinería instalada en la ciudad], pero lo cierto es que me preocupan más los yates, con los residuos que dejan en las costas, que los vertidos de Repsol» Esta semana, CANARIAS7 ha vuelto a ser testigo de esa convivencia entre turismo y actividad petrolera. En un reportaje publicado el pasado día 1, la periodista Loreto Gutiérrez dejaba constancia de que Tarragona había sabido sacar partido económico a la industria derivada del crudo que extrae Repsol. El pasado martes y miércoles, Loreto Gutiérrez y otros cuatro periodistas de Las Palmas regresaron a Tarragona, en un viaje organizado por Repsol, que invitó a visitar su plataforma petrolífera.
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Además de un encuentro con representantes institucionales y sociales, el viaje incluyó un paseo aéreo por la costa tarraconense. Y si una imagen vale más que mil palabras, no hay más que contemplar las fotos: junto al puerto industrial, las playas repletas de hoteles de cuatro estrellas, complejos de apartamentos y la friolera de 63.513 plazas de acampada. Luego, casi lindando con el polígono industrial, que está dedicado casi en exclusiva al tratamiento de derivados del petróleo, sobresale el gran polo de atracción turística de Tarragona: el parque temático Port Aventura, que cerró 2011 con 3,7 millones de visitantes -cifra espectacular si se tiene en cuenta que toda la franja compuesta por la Costa Dorada y las Tierras del Ebro acumularon en ese año 5,3 millones de turistas y 19,1 millones de pernoctaciones.
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