Savané: «En Gran Canaria construí una vida, una familia»
El eterno capitan, el hombre que aglutina las estadísticas más memorables en el ascenso del Gran Canaria hasta convertirse en una referencia en la ACB. El domingo el senegalés jugará en el Centro Insular defendiendo al Joventut de Salva Maldonado. Se espera una ovación gloriosa.
¿Ha imaginado en su cabeza lo que le espera el domingo en el Centro Insular de Deportes?
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Por todo lo que veo va a ser muy emocionante. Ya lo es de por sí el hecho de volver a jugar en el Centro Insular. También será raro por hacerlo con un equipo que no es el Granca, que hace ya casi una década que no me pasa. Percibo a la gente tan ilusionada como yo con este reencuentro. La verdad es que no puedo pedir mejor regalo para Navidad.
Fue testigo, vestido de amarillo, de las ovaciones que tributó el CID a Salva Maldonado y Jaycee Carroll cuando volvieron con otro equipo. ¿En comparación a esos días sabrías medir el volumen de aplausos que espera en relación a su peso en la historia reciente del club?
La verdad es que hasta hoy, que hemos tenido partidos importantes por medio, no he pensado mucho. Pero va a ser una sensación muy rara, espero no perder la compostura.
En julio anunció su salida del club. Pero su nombre aparece un día sí y otro también en las conversaciones de los aficionados del Gran Canaria.
Se nota algo de eso en las redes sociales, que nos hacen a todos más asequibles. Se suele decir que el deporte no tiene memoria, pero en este caso la afición del Gran Canaria ha demostrado tener mucha memoria conmigo. Y lo agradezco muchísimo, la verdad. Por mi lado también está claro que el Granca sigue en mi cabeza. Estoy siempre en contacto con los chicos y sigo al equipo en cada paso que da.
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Muchos reencuentros en la pista.
Al haber pasado solo medio año desde que me fui sigue mucha gente en el equipo, en el staff técnico. Los fisioterapuetas, José María y Nelson, o el doctor Pedro Montesdeoca son como mi familia. Va a ser muy raro estar en el otro bando.
Además, tal y como siempre deseó, Tomás Bellas ha tomado el relevo como capitán. ¿Está respondiendo a lo que esperaba de él?
Me tiene muy orgulloso. No tenía la más mínima duda de que iba a salir bien, por eso siempre pensé que tenía que ser el próximo capitán del Granca. Está forjado de la madera que han tenido capitanes como Gonzalo Martínez y otros anteriores a mí. Gente con carácter suficiente para ser líderes y ayudar a los compañeros para empujar.
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¿Ha situado ya en perspectiva lo que ha representado el Gran Canaria en su trayectoria o es difícil hacerlo estando todavía en activo?
He podido este verano tras tomar la decisión de salir del club pararme y valorar lo que me ha pasado en los últimos ocho años y los hechos que han compuesto mi vida profesional desde que salí de la Universidad, y lo que ha representado para mi vida como adulto a nivel personal. Son años muy importantes en el desarrollo personal de las personas, y en mi personalidad hay muchos aspectos del canario. Sigo conservando mi casa allí y considerando a Las Palmas mi hogar en España.
¿Qué añora?
Extraño muchísimas cosas de la Isla. Cada vez que voy a entrenar al Olímpico de Badalona con el frío que hace allí me acuerdo del tiempo. En general me he dado cuenta de que he tenido la suerte, que no le suele pasar al típico jugador extranjero cuando viene aquí, de desarrollar mi vida en Las Palmas. Tenía amigos allí, gente que considero mi familia. Cuando estaba en la Isla no era de los que acaba la temporada y se iba corriendo a su casa. Porque me sentía tan en casa allí como en la propia mía.
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¿Recuerda algún momento con una significación especial que defina sus ocho años en la Isla?
Es casi imposible quedarme con un solo momento. Hasta ahora mismo estaba hablando con Jim (Moran) y sacando muchísimos recuerdos que tenemos de momentos, de compañeros. Al final eso es lo principal, después de muchísimas horas en la cancha, de tantos viajes por Europa, esos compañeros de batallas que me trajeron esa sensación que ya había vivido en la Navy en mi etapa universitaria. El crear una familia para poder afrontar esas temporadas tan largas. Hay gente que viene a Europa para volver enseguida. En Gran Canaria lo que hacíamos realmente es construir una vida; es mucha gente que viene de fuera. Cada uno por su lado se sentiría solo, por eso hacíamos del equipo una familia. Los que más tiempo llevábamos les presentábamos gente, les dábamos a conocer lugares de la Isla.
¿Tiene todavía en la memoria como fue el primer día en Gran Canaria?
Tengo un recuerdo muy claro de aquel día. Llegué un fin de semana antes de empezar los entrenamientos. Ya Larry Lewis, Patricio Reynés o Roberto Guerra me habían hablado mucho de Las Palmas. Recuerdo que todo lo que me habían contado me generó muchísima ilusión y sabía que iba a estar bien. Pero no tenía la menor idea de que lo que vendría después. Hoy en día son muy pocos los casos que vemos así en la ACB. Viniendo de fuera es muy especial.
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¿Le quedó alguna espina en tantos años en el club?
Las cosas conocidas. Jim y yo siempre tuvimos el reto de ayudar al equipo a pasar alguna eliminatoria del título de Liga o la Copa del Rey. Pero ahora, con el tiempo, lo veo de manera diferente. Valoro lo que logramos en aquellos años teniendo un equipo con ese presupuesto en aquella época muy reducido.
¿Un Gran Canaria con muchas diferencias al que conoció el primer día?
Muchísimo. Ha habido muchos cambios a nivel económico en la Liga. Siempre éramos el décimo tercero o cuarto en presupuestos, y este año está más o menos el séptimo. Pero hay algo que no ha cambiado, siempre acabamos unos puestos por encima de lo esperado.
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Hablemos de su despedida. ¿Se fue dolido?
Es muy difícil que una despedida se haga de una manera totalmente feliz. Si hubiera sido así no me habría marchado. Pero prefiero mirar al frente. Yo tenía la pretensión de seguir jugando porque me sentía válido para jugar minutos importantes en esta Liga. Lo estoy logrando y al Granca también le va bien. Me alegro mucho de que sea así y espero que ellos se alegren tanto por mí como yo por ellos.
¿Creía que todavía podía ocupar un lugar en el equipo más importante que el que le ofrecieron?
Son decisiones técnicas que se tomaron. Lo único que pretendo es que se me digan las cosas a la cara. No soy un niño, soy bastante adulto y llevo mucho tiempo en esto y puedo entender las cosas. Las relaciones siempre llegan a un fin y eso se puede aceptar. Y una vez que ha ocurrido prefiero olvidar lo de ayer y pensar en el mañana.
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¿Cómo es su nuevo día a día en un club del arraigo del Joventut?
Sigue siendo la vida de un jugador profesional, con muchas horas en el gimnasio y en los entrenamientos. Sigue teniendo un papel de veterano para ayudar a los compañeros. Quiero aprender las cosas de este club. Valoro mucho que aquí la cantera y el primer equipo esté en el mismo edificio y puedas interactuar con los jóvenes.
¿Qué tal volver a trabajar con Salva Maldonado?
Fue una de las claves para venir cuando se planteó la posibilidad de fichar. Es la persona con la que he tenido mis mejores años y con quien siempre mantuve una relación cercana. Saliendo del Granca, se me alinearon las estrellas. Barcelona es una ciudad que me encanta, Salva un entrenador que admiro, y el Joventut un club con mucha solera.
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Él ya vivió en su día un reconocimiento muy caloroso del Centro Insular de Deportes cuando retornó entrenando al Fuenlabrada, ¿Le ha pedido consejo para contener la emoción cuando le ovacione la grada del CID?
(Ríe) Todavía no. La semana pasada estuvimos muy liados con dos partidos y, con la Navidad, no hemos tenido todavía la posibilidad de preparar el partido del próximo domingo. Pero me da una buena idea. Como he hecho en muchísimas ocasiones con otras cosas, también voy a pedirle consejo a Salva con este asunto.
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