Reivindicar a Nanino

Ayer, 27 de noviembre, se cumplieron 25 años de la muerte de Fernando Díaz Cutillas, Nanino, el hombre que, como dijera Manolo Padorno, otro grandísimo de la cultura canaria, se empeñó, con la bondad en sus ojos, en desvelar el alma canaria, el alma canaria analfabeta y sabia.

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Lo hizo con gran amor y cariño y lo consiguió. Lo consiguió, como ha reseñado estos días Yeray Rodríguez, suscitando la unanimidad, algo que muy pocos de los que conforman el devenir de la historia insular han conseguido. ¡Vean, pues, si era grande Nanino!

Han pasado 25 años de su temprana partida, apenas tenía 51 años, y su presencia sigue imborrable. Con todos los merecimientos, ha sido uno de los más importantes valedores de la cultura isleña. La muerte no lo ha condenado al olvido, sencillamente porque su obra y su ingente tarea superan el tiempo, hacen historia.

No sobran en estas Islas ejemplos que aglutinen en torno a sí a voluntades y valores que perduren en el tiempo. Nanino es una de esas escasas muestras. ¡Vean, pues, si era grande!

Nos desveló el alma canaria, la analfabeta y la sabia, escuchando. En estos tiempos en los que tanto se habla y tan poco se escucha, Nanino se fue a todos nuestros rincones y dio protagonismo y escuchó a los anónimos que, sin embargo, atesoran mucha sabiduría; y así mostró la esencia de la cultura popular, sin corsés. Además, hizo televisión canaria con mayúsculas en todas las letras.

Lloró y nos hizo llorar, porque allí, en lo que transmitía, no había tapujos, tampoco cartón piedra, maquillajes ni nada impostado, era la gente de esta tierra siendo ella, pudiendo ser ella ante los demás gracias a un comunicador que supo admirarla, atenderla, hacerla protagonista.

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Su propuesta televisiva Tenderete, iniciada en 1971, no tiene parangón, ha sido la más importante creación realizada por la televisión en Canarias, insisto, en mayúsculas; pero que no se olviden tampoco El pueblo canta, Canarias mía, Perfiles o Música de las dos orillas.

Dijo Pérez Vidal que Canarias es una encrucijada de culturas donde se encuentran tradiciones que, desde hace tiempo, desaparecieron en los países de origen. Posiblemente muchas de ellas las conozcamos gracias a la ímproba tarea de Nanino, empeñado en una labor investigadora y divulgadora que ha dado sentido e identidad a esta tierra.

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Nanino vio, oyó, sintió el alma, el ser canario y, con su grandísimo don de comunicador, nos hizo partícipes de ella. En una tierra asolada por el desarraigo y tan falta de autoestima, Nanino, ¡vean, pues, si era grande!, fue capaz de sentarnos a escuchar, a ver, a sentir, a rendir tributo a una manera de ser, de cantar, de bailar que son valores y símbolos de estas Islas, de este pueblo.

Nanino quiso, hizo, que los cantos de Veremundo Perera, Sebastián Ramos, José María Gil, Nijota, El Claca, Valentina... no cayesen en el olvido, fuesen amados.

Nunca se lo agradeceremos lo suficiente. En su honor, por su memoria, ¡qué vuelvan a sonar las guitarras y los timplillos!

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