"Por 200 euros me quedé sin beca y dejé la universidad"
Marta Ramos
Jueves, 16 de julio 2020, 11:10
Presume de un buen expediente académico, pero una herencia le truncó su sueño de estudiar Periodismo en la Universidad de La Laguna (ULL). El joven grancanario Samuel Martel, de 19 años, se vio obligado a abandonar sus estudios después de que tanto el Gobierno central como el regional rechazaran su solicitud para una beca por superar el umbral de patrimonio 200 euros. Obtuvo un 10,8 sobre 14 en la selectividad y se trasladó a Tenerife para comenzar Periodismo con la seguridad de que le iban a dar la beca por los ingresos familiares. Su sorpresa llegó en diciembre, cuando el Ejecutivo canario le denegó la ayuda por superar por solo 200 euros el umbral del patrimonio por una propiedad que recibió en herencia su padre junto a otros tres hermanos. Pese al varapalo, siguió adelante. Se mudó del piso en el que vivía a una residencia para abaratar costes, y allí intentaba comer menos para ahorrar. La mala suerte hizo que su madre se quedara en paro en febrero y su padre, en marzo. En abril no le quedó más remedio que volver a Gran Canaria. Desde su casa en Agüimes, siguió estudiando para aprobar las asignaturas, pero a sabiendas de que sería muy difícil volver a la ULL. «Mis padres estaban en paro y desde la Administración me decían que, aunque volviera a solicitar la beca, sin que se vendiese la casa no iba a conseguir nada», cuenta con rabia Samuel, que confiesa ser incapaz de entender «cómo es posible que el primer filtro para ser beneficiario de una beca sea el patrimonio antes que los ingresos de los padres». «Mi padre se podía agarrar de ahí para vender, pero ¿cómo lo va a hacer si aún ni está en su poder y no depende de él?», añade. Tras una etapa dura, Samuel ha buscado otras ayudas y trabajo para conseguir dinero, aunque sin resultado, una lucha que ha venido acompañada de críticas. «Hay gente que me dice que haga otra cosa o incluso que estudiar es un privilegio, pero ¿cómo va a ser un privilegio ir a la universidad pública? A los políticos debería darles vergüenza», manifiesta. Ahora, arropado por unos conocidos, forma parte de la organización Inpulsarte para jóvenes en esta situación. Con ella, Samuel ha recuperado la esperanza de conseguir su objetivo: «No soy el único y es una injusticia y hay que luchar por un derecho».
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