Podemos reparte amor
Podemos fue un huracán en la plaza del Pilar. Un fenómeno perfectamente calibrado por la maquinaria política del partido, que a las 21.17 horas tuvo su momento álgido cuando Pablo Iglesias, como una estrella de la NBA, cruzó el escenario para abrazar a la cabeza de lista por Las Palmas, Victoria Rosell. No era San Francisco, ni el verano de 1967, pero Guanarteme vivió una epifanía amorosa. La que caldeó un espídico Monedero «somos una máquina de amor», la que culminó Iglesias: «La sonrisa es la ternura del cambio».
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Iglesias y el núcleo duro del partido, que por la mañana habían también arrasado en Tenerife, llenaron la plaza del Pilar. En ese lugar se escribió una página histórica de la política contemporánea. Sin guaguas de jubilados aunque de estos había unos cuantos ni movilizaciones con reparto de banderas, según la organización se reunieron 4.000 personas al grito de «sí, se puede». Tras los mítines de formato tradicional de Pedro Sánchez o Rajoy Rivera no ha estado en Gran Canaria en esta campaña, la movilización popular alrededor de Podemos fue simbólica. Un éxito.
Iglesias, Errejón, Montero y Monedero apelaron a las emociones. Argumentaron y ridiculizaron, con un lenguaje beligerante, a sus contrincantes, y tiraron de eslogan. Propuestas no hubo muchas, pero eso a la gente le dio igual: «Presidente, presidente».
Iglesias personalizó sus ataques. Ya Monedero y Errejón habían pasado por la guillotina a Pedro Sánchez y Albert Rivera. El líder le hablaba directamente a Mariano Rajoy, «si no tiene la altura para acudir a los debates y explicar a la gente por qué quiere ser presidente, no está a la altura de su país y sus gentes».
El candidato de Podemos a la Presidencia del Estado enumeró algunas de las taras que localiza en el líder del PP y puso el acento en ellas. «Señor Rajoy, yo quiero ser presidente para acabar con las puertas giratorias, quiero ser presidente para acabar con la ley Montoro que limita las competencias de los ayuntamientos en servicios sociales», indicó con el puño cerrado.
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Iglesias llevó el discurso a esa lucha de clases, esa rebeldía de la clase obrera que ha vuelto a poner Podemos en el discurso político. «Este país no se lo han echado al hombro los dueños del IBEX 35, se lo han echado los autónomos y la clase trabajadora. Este país se merece un futuro de sonrisas», manifestó.
Y por supuesto, se habló de corrupción. Ese gran caballo de batalla: «Yo sí quiero ser presidente del Gobierno para hacer lo que ustedes no son capaces de hacer, ustedes han traído la corrupción, no van a ser capaces de quitarnos corrupción porque forma parte de las entrañas del PP», un oportunidad para aludir a Victoria Rosell, «una magistrada que tuvo que colgar la toga, porque a los jueces que luchan contra la corrupción se les persigue en este país».
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