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Perdieron los ciudadanos

Viernes, 17 de julio 2020, 11:41

En el debate del estado de la nación 2013, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, rindió pleitesía a los poderosos y pidió más sacrificios a los ciudadanos. Además, eludió asumir responsabilidades ante los graves casos de corrupción que afectan a su partido. Asimismo, en el discurso y en el posterior debate, mostró, una vez más, un profundo desprecio hacia Canarias y las enormes dificultades que atraviesa nuestra gente. Tengo la impresión de que el debate aportó muy poco al conjunto de los ciudadanos y ciudadanas; que estuvo muy alejado de los problemas reales de la gente y, especialmente, no incluyó las actuaciones urgentes que se precisan para cambiar las cosas. Eso sí, probablemente sirvió para que Rajoy recupere posiciones internas de liderazgo dentro de su partido. A ello ayuda, sin duda, una oposición mayoritaria, la del PSOE, desdibujada, sin fuerzas, sin credibilidad, sin alternativa, sin liderazgo, que corre el riesgo de seguir desgastándose, a pesar de no tener responsabilidades de Gobierno, y continuar perdiendo apoyo electoral, como muestran numerosas encuestas.

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Mantener las políticas equivocadas. Rajoy reconoció, sin el menor rubor ni arrepentimiento, que ni había cumplido con su palabra ni con el programa electoral, con el contrato con el electorado, con el que concurrió a los comicios generales del 20-N de 2011, en los que su partido obtuvo una cómoda mayoría absoluta. Esos compromisos democráticos fueron sustituidos por la pleitesía, por la obediencia debida, a los mercados, a la Troika y a la señora Merkel, todo convenientemente enmascarado en «cumplir con mi deber». Un deber de total sumisión a poderes externos y ajeno a sus votantes y al conjunto de la ciudadanía. Por otra parte, se mostró entregado a la causa del control del déficit (el mismo que él y Zapatero sacralizaron con la reforma express del art. 135 de la Constitución). Rajoy se atribuyó el éxito de la disminución del déficit público «por debajo del 7%» en 2012. Hace unos días la Comisión Europea (CE) le desmontó el falso dato. Asegurando que el impacto del crédito de 40.000 millones de euros para sanear el sector financiero elevaba el déficit en torno al 10,2%, más de tres puntos por encima de lo que dijo Rajoy. La CE desmontó, asimismo, las previsiones del Gobierno del PP para este año en crecimiento económico, déficit público y desempleo, dibujando un panorama aún más sombrío. En singular contraste, Rajoy reiteró la petición de más sacrificios a la ciudadanía. Escaso interés mostró por la creciente pobreza, denunciada por organizaciones como Cáritas o Unicef, a la que no dedicó ni un segundo en su discurso; otro tanto sucedió con la situación de la sanidad o el drama de los desahucios, asuntos al parecer secundarios. Ni puso énfasis alguno en el empeoramiento de la calidad de vida de una parte muy significativa de la ciudadanía, afectada, además de por el desempleo, por las bajadas salariales, la pérdida de poder adquisitivo de las pensiones, la subida de los impuestos o los repagos sanitarios. Las proyecciones hacia el futuro son, asimismo, muy preocupantes. Pese al fracaso de unas políticas que han situado a España en los seis millones de desempleados. Pese al retroceso en una Sanidad que era de las mejores del mundo. Pese a la derogación en la práctica de la ley de la dependencia. Pese a los pasos que se están dando para implantar una Educación segregadora. Pese a todo ello, no se percibe la menor rectificación. Al contrario, en el próximo período (y tal y como ha recomendado la CE) van a continuar las políticas de más impuestos, de más recortes, de más sacrificios, que llevan al sufrimiento y a la miseria a millones de personas. Expulsadas del mundo laboral y sin la menor perspectiva de regresar a él. Sin ingresos y obligadas a sobrevivir gracias a la ayuda familiar o de organizaciones humanitarias. Amenazando el futuro de los jubilados, que hoy alimentan con sus menguadas pensiones a hijos y nietos y, encima, son castigados por el copago de medicamentos. Con el dolor añadido de muchas familias que han perdido sus viviendas.

Corrupción. Respecto al problema de la corrupción, Rajoy no asumió ni en el discurso ni en el debate la menor responsabilidad. A pesar de la gravedad de los casos recientes en que están implicadas personas que hasta hace pocos días fueron subordinados suyos, como Sepúlveda o Bárcenas. Las medidas planteadas parecen más encaminadas a diluir sus responsabilidades, a tratar de dar la sensación de que las prácticas de enriquecimiento ilícito personal o colectivo, de financiación irregular de los partidos o de perversas relaciones entre administraciones y empresas, son un problema de todos; y, en consecuencia, en no esforzarse para atajarlas de manera rotunda. Y es que ello exigiría, entre otras cosas, una actuación firme en casos como el Gúrtel o el Bárcenas, y no la tibieza, la falta de transparencia, la pasividad, las contradicciones y el silencio con que Rajoy se ha manejado hasta ahora. En Nueva Canarias compartimos muchas de las medidas planteadas, pero defendemos que la Ley de Transparencia incluya a todos los poderes del Estado sin exclusión (legislativo, ejecutivo y judicial), así como partidos, sindicatos, organizaciones empresariales, Iglesia y, también, la Casa Real.

Canarias.Por último, el debate sirvió para mostrar el desprecio del Gobierno del PP hacia Canarias. En las formas, irrespetuosas, y en el fondo. Resulta impresentable alardear de cumplir con las Islas cuando se nos ha disminuido de forma radical las partidas destinadas al Plan Integral de Empleo, a la desalación de agua, al transporte de mercancías o a las carreteras; cuando se eliminan las partidas dirigidas a la renovación de las ciudades turísticas, cuando se aumentan las tasas y se eliminan las bonificaciones aéreas, decisiones que hacen que perdamos conectividad y competitividad en el sector turístico; cuando se intentó reducir el 50% de descuento a los residentes, propuesta que no han podido llevar a cabo, por ahora, por la indignación que causó en la sociedad canaria. Rajoy se molestó cuando la portavoz de CC-NC en el debate le recordó los permanentes incumplimientos de su Gobierno con Canarias. En las Islas estamos acostumbrados al desconocimiento de nuestra realidad y a la insensibilidad ante nuestros específicos problemas por parte de los ejecutivos estatales, sean del color que sean. Pero en este caso, nos encontramos ante el Gobierno que peor ha tratado a la comunidad canaria en las últimas décadas. Y que a sus equivocadas políticas económicas, a sus privatizaciones en los servicios públicos, suma un acentuado centralismo y un completo abandono de esta tierra. Tras el varapalo sufrido por nuestra Comunidad en los Presupuestos Generales del Estado, el debate del estado de la nación confirma que Canarias nada bueno puede esperar de este Gobierno ni de su presidente. No sé quien ganó este debate, pero en ningún caso fueron los ciudadanos, que continuarán siendo víctimas de unas políticas que incrementan la pobreza, restringen o eliminan derechos, empeoran los servicios públicos y degradan la democracia.

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