Nacionalismo a la baja

El escenario se polariza. El bipartidismo se consuma. El nacionalismo baja. Más aún en Canarias. Las elecciones de ayer, después de una campaña a la contra (contra los bárbaros que vienen, contra los malos que estaban, contra los hegemonistas de Tenerife, contra los traidores de Gran Canaria...), la más personalizada y plena de retórica genérica y propuestas contradictorias deja una situación bien complicada.

En el Estado, gana el PSOE, que puede repetir gobierno en minoría al estar más cerca de la mitad más uno de la Cámara, y gana el PP que crece en apoyo (seis parlamentarios más frente a los cinco que suman los socialistas). Izquierda Unida se derrumba y parece instalarse el miedo al pluralismo, lo que resulta ciertamente insano para cualquier sistema democrático que se precie.

Sin embargo, los nacionalismos históricos, entiéndase vasco, catalán y gallego aguantan el embate; no así el bisoño canario que renquea, sobre todo en la provincia de Las Palmas, donde la división le deja sin representación después de quince años de presencia continuada en el Congreso de los Diputados.

La fraticida lucha mantenida entre Nueva Canarias (NC) y Coalición Canaria (CC) deja a las dos partes vencidas y, sobre todo, provoca la fuga de miles de votos de un poso nacionalista que hasta ahora se había mantenido constante, independientemente de las siglas.

En las pasadas elecciones Coalición Canaria obtuvo en la provincia de Las Palmas 89.420 apoyos, ayer NC y CC juntas apenas superaron los 60.000 y el arrope porcentual se rebajó del 18,06 al 13,23 (7,49 para NC y 5,74 para CC). En Gran Canaria CC se desloma y no llega al 4%; pero, NC en Lanzarote y Fuerteventura no suma más de 1.300 papeletas. Si CC en Santa Cruz de Tenerife ha aguantado el tipo, aunque prosigue en su tímido pero constante descenso, el peso del nacionalismo en las Islas Orientales se diluye en favor de los dos grandes partidos estatales y se convierte en extraparlamentario.

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• Elecciones Generales 2008