El pabellón de Almarcegui y Zaya deja a Venecia de piedra
El Pabellón Español de la Bienal de Venecia ha causado sensación. El proyecto de Lara Almarcegui, comisariado por el canario Octavio Zaya, son montañas de escombros, que representan la versión destruida del propio edificio del pabellón. El proyecto, que ha costado al Gobierno 400.000 euros, no está exento de polémica.
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El interior del Pabellón Español de la Bienal de Venecia, el mayor y más importante escaparate de arte contemporáneo del mundo, ha brindado un impresionante paseo entre montañas de cementos, tejas, ladrillos y acero, justamente los mismos materiales de los que se compone el edificio destinado a albergar la presencia española en la cita artística.
La dirección artística de la presencia española en la Bienal recayó en el comisario canario Octavio Zaya que eligió a la zaragozana Lara Almarcegui. La creadora es experta en deconstrucciones y, esta vez ha destruido el pabellón dentro del propio pabellón. «En primer término, lo que pretende Almarcegui es dejar en evidencia y vaciar de contenido estético los edificios, ofreciendo un acceso directo a lo que son los edificios en sí mismos. Y, por otro lado, se propone que reflexionemos sobre cómo vivimos y si esa es la manera en que queremos vivir; fetichizando cosas. Con la arquitectura se ha especulado, se ha destruido el paisaje, y las costas, no solo las españolas, porque el pabellón no solo habla de España», apunta el comisario en una conversación telefónica. «Ves los materiales de construcción usados en el pabellón y eso puede referirse al principio, a su construcción, o a su fin, a su futuro», asegura el comisario. De hecho, Zaya aclara que, aunque algunos interpreten la obra como una metáfora de la destrucción que sufre el país, el discurso de la artista no se refiere a la crisis sino que se centra en el excesivo poder que concentra el urbanismo.
«No pensamos racionalmente lo que construimos. Tenemos una crisis medioambiental, de articulación del suelo, de construcción y estas cuestiones las viene abordando Lara desde hace más de una década de diferentes maneras», explicó el crítico y experto afincado en Estados Unidos desde 1978.
Los miles de visitantes que transitan por este laberinto internacional dedicado al arte contemporáneo no solo se sorprenden por las seis toneladas de desechos, sino por que se exhibe el proyecto Guía de la Sacca San Mattia, una isla artificial situada en la laguna de Venecia, donde se depositan los residuos de la industria de Murano. «Los italianos que ven las fotos se quedan sorprendidos. Les han descubierto una isla. Aunque conocían de su existencia, ahora tienen una guía para ir a ver este espacio antes de que desaparezca como tal», relata el experto en arte africano y latinoamericano. De hecho, Zaya subraya la repercusión mediática que ha tenido en Italia la propuesta española. «Nos han puesto en el diario Corriere della Sera como una de las cuatro propuestas más interesantes de la Bienal. Estamos encantados», dice satisfecho.
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DINERAL. La presencia española en la Bienal ha costado 400.000 euros. La mitad de lo que se gastó en la última edición de la cita con la obra de Dora García. Sin embargo, la financiación pública del pabellón ha suscitado críticas. «Me parece triste hablar de arte contemporáneo basándose solo en dinero», dijo Almarcegui a Efe.
Por su lado, Octavio Zaya sostiene que es un atrevimiento considerar esta financiación un despilfarro cuando la promición exterior de España se basa en la cultura y en el arte. «La marca España no es Rajoy ni Zapatero; es la Alhambra, Lorca, Cervantes o Picasso...», indicó el comisario canario que considera la Bienal como el evento de mayor repercusión internacional en el ámbito del arte.
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