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Dos bicentenarios señeros

Viernes, 17 de julio 2020, 08:33

Apenas había nacido uno, y se abrían con su presencia ignotas y fecundas expectativas para Las Palmas de Gran Canaria, cuando el otro, poco después, se despedía tras una vida plena, llena de contenido y de dones, de una obra que, en gran parte y medida realizó en sus activos y eficaces años en Gran Canaria. Los próximos meses de diciembre de 20012 y febrero de 2013 se cumplirán el 200 aniversario del nacimiento de uno y del fallecimiento del otro; ambos deberá esta isla muy en particular, y Canarias en general, conmemorarlos atentos a toda la significación de la importancia y trascendencia que sus vidas y obras tuvieron en su tiempo, han tenido a través de estas dos centurias y tendrán de cara al futuro para la cultura isleña, pero no con unas meras rememoraciones de bullas y voladores, de pasajeros actos oficialistas, que también son necesarios pero inútiles sino van acompañados de la promoción del conocimiento minucioso de estos personajes por una mayoría amplia de los insulares y, en la medida de lo posible, fuera de las islas. Por ello, de cara a la celebración de estas verdaderas efemérides, que deberá sustentarse en gran medida en el impulso y la iniciativa de la sociedad civil, con el lógico y consecuente respaldo de las instituciones y organismos oficiales, si se quiere que la celebración de estos eventos cobre el necesario arraigo e influencia entre la ciudadanía,   la temporada estival se  presenta como una magnífica oportunidad para que todos nos preparemos para ellas a través de la lectura de una serie de obras que nos recordarán y nos descubrirán muchos nuevos aspectos de dos isleños que hoy son pilares ineludibles en la historia de la cultura, el arte y la ciencia en Canarias. Manuel Ponce de León, nombre artístico, digamos, del pintor Manuel de León y Falcón, nacido en Las Palmas de Gran Canaria el 7 de diciembre de 1812 , que estudió en la Escuela Superior de Nobles Artes de San Fernando, en Madrid, y que era un hombre inquieto, activo, encariñado con su tierra y con su ciudad natal, no sólo fue el más afamado pintor grancanario de su época, sino que, como ha señalado la catedrática de la ULPGC María de los Reyes Hernández Socorro, la historiadora del arte que mejor y más profundamente ha estudiado su vida y su obra, es el verdadero factótum, a quién en realidad se debe la imagen que la ciudad va tomar en el siglo XIX y la que va a trascender; miremos simplemente a la Plazoleta del Espíritu Santo, a la Plaza del Mercado de Vegueta, a este y aquel palacete de Vegueta y Triana, al primer patio del Cementerio de Vegueta, y descubriremos el sentido estético y arquitectónico característico que ofrendó como propio a aquella ciudad que buscaba su modernización. De José de Viera y Clavijo, que fallecía en febrero de 1813 en su casa de la Plaza de Santa Ana, rodeado de sus hermanos y de las muchas personas que aquí le querían y le acogían con todo el respeto y reconocimiento que merecía, en especial del Cabildo Catedral, donde ocupaba la plaza de Arcediano de Fuerteventura, y de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria que dirigía eficaz y fructuosamente desde hacía muchos años, poco se puede decir en brevísimas líneas ante una obra tan inmensa en muy diversos campos, aunque si apuntar que, en el entorno del  21 de febrero, por ello establecido Día de las Letras Canarias que el Gobierno Autonómico debe consagrar de nuevo el próximo año a este insigne polígrafo, como con toda lógica ha pedido la comisión organizadora de los actos del bicentenario-, se deberían resaltar dos campos hasta ahora poco difundidos, su trabajo en pro de la imprenta, el periodismo y la edición de libros, y a él se debe la llegada de la primera imprenta de Gran Canaria, y su laboratorio de análisis químicos, donde aplicó ciencias y técnicas aprendidas en Madrid y París, sin olvidar, cuando el próximo año también se cumple el centenario de la aviación en Canarias, que fue la primera persona en España que hizo volar un globo aerostático. De Viera y Clavijo existe una amplia y diversa gama de publicaciones, desde sus propias obras a numerosos estudios sobre su vida, aunque yo recordaría ahora la memorable conferencia que sobre Viera dio el profesor y archivero Joaquín Blanco Montesdeoca en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria el 28 de diciembre de 1981, con motivo del 250 aniversario su nacimiento en el Realejo Alto, Tenerife, que podría editarse ahora. Para Manuel Ponce de León es ineludible remitirse a las obras de María de los Reyes Hernández Socorro, una primera editada por la Real Sociedad Económica, Manuel Ponce de León pintor grancanario (1996), o los dos tomos editados lujosamente por la Fundación Mapfre Guanarteme, Un artista para una ciudad y una época (2004). Ya en la Real Sociedad Económica, con la presencia de muy diversas entidades públicas y privadas y de especialistas en ambos personajes, han comenzado a trabajar las comisiones promotoras de actos de sendos bicentenarios, que han presentado un buen adelanto de los mismos; ahora en la tranquilidad de los días que quedan de temporada estival todos y cada uno de nosotros debemos aprovechar para acercarnos a la vida y obra de dos personajes que fueron verdadera luz de las letras y las artes isleñas, preparándonos eficazmente para conmemorar y resaltar la trascendencia de sus vidas y sus obras.

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