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«Tenemos que reírnos más de nosotros mismos»

El proceso creativo suele ser enriquecedor y apasionante, salvo cuando el artista en cuestión entra en un callejón sin salida. Se erige ante sus narices un bloqueo mental que impide culminar el proyecto escrito, musical, pictórico, escultórico o audiovisual en el que se ha embarcado. El miedo se dispara, las dudas aún más y la mayor parte de los que lo padecen son capaces de cualquier cosa con tal de salir del atolladero.

Jueves, 16 de julio 2020, 04:39

Álvaro, el protagonista de El Autor, la nueva película de Manuel Martín Cuenca que desde el viernes se exhibe en las salas comerciales españolas, sabe muy bien de lo que hablamos. Quiere ser escritor, pero lo que traslada al papel no deja de ser superfluo y sin poderío, según su profesor. A su mujer, que sí triunfa en el oficio, la descubre con un amante. Su confort se desmorona y por eso opta por contar la realidad que le rodea, a modo de camino para alcanzar el sueño de escribir una novela de alta literatura.

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El Autor se inspira en la novela El móvil, de Javier Cercas. «Desde que leí el libro tuve claro que había en ella una adaptación al cine. He leído otras novelas maravillosas de Cercas, pero no me veía capaz de hacerlas mías», apunta Manuel Martín Cuenca por teléfono.

Reconoce que «el bloqueo creativo y el ansia de hacer algo grande, que trascienda» es común a cualquier artista, entre los que se incluye. «Lo que me interesó de la novela es el tono irónico con el que aborda esta situación. Se trata de algo serio, que aborda dónde están los límites que somos capaces de superar por unos objetivos creativos, pero tanto en la novela como en la película hay mucho humor y una invitación a reírnos de nosotros mismos. El protagonista, Álvaro, llevado por su obsesión, pierde los papeles y es capaz de hacer cosas que superan los límites morales y del ridículo», señala el cineasta.

Así, dice Martín Cuenca, este largometraje se desarrolla como «una reflexión irónica sobre los límites». «Somos más imbéciles de lo que pensamos. Me encanta mi trabajo y todos buscamos trascender, porque para eso nos esforzamos, pero a veces se convierte en una obsesión que priorizamos frente a nuestra vida personal», añade.

Por eso, el director de Caníbal (2013) asegura que con facilidad y sin querer se puede acabar como el protagonista de su película. «Apuesta por intentar controlar la realidad para así crear una ficción para su novela. Pero hay un momento en el que llega a no saber qué es real y qué no lo es. No sabe si se lo está imaginando o no», explica.

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Tiene claro que el personaje de Álvaro, ni mucho menos, es un héroe moral. Es más bien un antihéroe. «Es una persona que no hace lo que debería de hacerse desde un punto de vista moral. La película es un retrato de las posibles aristas de la humanidad. Retrata las negras, las oscuras y las luminosas. No es un retrato del héroe romántico que acostumbramos a ver en las películas norteamericanas. Está muy lejos de ese canon», apunta sin ambages.

Manuel Martín Cuenca se decanta por reflejar «las contradicciones del ser humano» y ponerlas «frente al espejo». «La gran reflexión de El Autor es que tenemos que reírnos más de nosotros mismos, y a la vez respetarnos. Nos conviene desacralizarnos. Y es que, probablemente, somos más imbéciles de lo que creemos. Uno se puede ocultar de los demás, pero no de uno mismo. Cada uno conoce sus propias limitaciones y debilidades», confiesa Martín Cuenca.

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El cineasta andaluz firma el guion de El Autor con Alejandro Hernández. «No siempre sucede así, pero en este caso tuve en mente al actor Javier Gutiérrez desde el principio. Alejandro no lo veía, pero después, sí. Al final escribimos al personaje pensando en que lo encarnarse y tuvimos la fortuna de que el guion le encantó y aceptó hacerlo».

Sobre el ganador del Goya por La isla mínima, Manuel Martín Cuenca asegura que tiene la capacidad de entroncar «con la tradición del cine español», que consiste en ser «un tipo normal». «Puede encarnar a un policía, a un charcutero o a un taxista. Es un tipo al que te lo crees, porque es capaz de actuar como cualquiera de nosotros», dice.

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Para la banda sonora, el cineasta almeriense se decantó por José Luis Perales y su hijo Pablo. «Siempre he admirado a José Luis. Creo que es un magnífico compositor de música popular, en el mejor sentido del término. Buscaba a alguien que no perteneciera al mundo del cine y creo que acertamos», apunta el cineasta que trabaja en la elaboración del documental titulado El caso de Pablo Ibar.

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