Las aventuras españolas de Eastwood

“En 1964, un mediocre actor de una serie de televisión americana aceptó una oferta de una pandilla de desconocidos italianos para venir a rodar ‘Por un puñado de dólares’; aquel desconocido trabajó con muchos españoles y la aventura de los rodajes de las tres películas de Leone -también La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo- cambió por completo su fortuna”, ha explicado Reyero.

Publicado por la Fundación José Manuel Lara, Eastwood, desde que mi nombre me defiende es una obra sustentada en una investigación que su autor ha definido como “una fabulosa mina abandonada para un periodista”.

Reyero ha contado con los testimonios de David V. Picker, uno de los grandes jefes de la United Artists, de extras que participaron en las películas de Sergio Leone, de los técnicos españoles de la época o de Andrés Vicente Gómez, que entonces trabajaba para Ocean, la productora española de la primera cinta de Eastwood”.

“Andrés fue a recoger a Eastwood a Barajas y se responsabilizó de atenderlo y pagarle las dietas; ya en los noventa lo volvió a ver en Los Ángeles, durante una fiesta que hizo Sony para promocionar la oscarizada Belle Epoque”.

Y fue en ese entorno “tan propio de Hollywood”, que Andrés Vicente Gómez “se acercó a Eastwood y le dijo: ‘Usted no se acordará pero yo soy el que fue a recogerlo al aeropuerto de Madrid cuando llegó por primera vez”, y Eastwood le contestó: ‘Claro que me acuerdo’ -”Andrés dice que él cree que no se acordaba de nada, pero insiste en que el actor estuvo muy amable y cordial-”.

Reyero ha señalado que la estancia de Eastwood en Almería se ha convertido en “un lugar común”, lo que ha puesto como ejemplo de “lo poco que se conoce su accidentada y también feliz peripecia española”, ya que también trabajó en Madrid, en los municipios madrileños de Hoyo de Manzanares y Colmenar Viejo, además de en Burgos, y en las localidades burgalesas de Covarrubias y Salas de los Infantes, entre otros lugares.

Eastwood, ha contado Reyero, aceptó rodar en España después de los rechazos de James Coburn y Charles Bronson, cuya negativa pudo deberse a que “los actores americanos estaban advertidos de los riesgos de impago que suponían las coproducciones europeas que surgieron entonces para lograr ayudas públicas y abrirse a los países vecinos”.

De hecho, el actor “amenazó con largarse ante los impagos que se produjeron durante el rodaje pero perseveró y completó Por un puñado de dólares, de modo que a finales de 1964 se estrenó en Italia y súbitamente se produjo el fenómeno del poncho, el cigarrillo y los italianos del Oeste, y volvió para rodar dos más, en 1965 y en 1966”.

“En estos días se han cumplido cincuenta años que la United Artists programó su estrenó en Los Ángeles, con una gran campaña de publicidad; Sofía Loren, en un viaje a Estados Unidos preguntó al periodista que la entrevistaba por Clint Eastwood y él dijo que no lo conocía, que no tenía ni idea de quién era; Loren le aclaró: ‘¡Es la mayor estrella del cine italiano!’, de modo que durante tres años, el actor estaba de moda en Europa pero seguía sin trabajo en su país”.

Reyero, que también ha seguido la estela de Eastwood en la localidad californiana de Carmel, ha asegurado que “los encargados de la gasolinera donde suele repostar aseguran que, aunque está bien grande -nótese el matiz mexicano- es tan testarudo que siempre se coloca en el último carril y no permite que nadie le sirva la gasolina: Se la pone él”.

Sobre el actor, Reyero ha señalado que sin ser ningún intelectual es un hombre curioso y culto que “conoce sus limitaciones y el oficio y ambiciona el trabajo bien hecho” y que “al margen de lo que sea personalmente, ofrece una mirada limpia, honesta, frontal”.

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