«Aquí podría perfectamente rodarse ‘La isla mínima’»

— Es usted una habitual de las playas lanzaroteñas ¿Qué le parece participar en el festival de cine de la islas?

— Amo Lanzarote. Me parece una barbaridad. Esta isla te quiere o te expulsa y a mí me quiere, aunque la fuerza volcánica siempre crea inquietud, hasta que la reconoces. Hace años que vengo a hacer surf a Famara, Caleta de Caballo, La Santa, sobre todo nos gusta el centro norte. Ayer fuimos (su pareja, Juan Ibáñez y ella) en bici por el paseo desde Arrecife hasta Playa Grande, llamada por la gente de Puerto del Carmen Playa Blanca, según nos contaron. Y después está la zona de las bodegas, las salinas, Timanfaya, la tierra negra que es al mismo tiempo dura y tranquila, la arquitectura adaptada... Vamos que aquí podría haberse rodado perfectamente La isla tranquila. Con esta atracción que siento hacia Lanzarote, puede imaginar la alegría que me produjo que José (Hernández, uno de los impulsores del festival) me invitara como jurado.

— Ha visionado 30 cortos de animación ¿Qué le parece el nivel?

— Cuando me comunicaron la sección pensé, como una ignorante, qué bien, algo relajado. Al final estuve seis horas en mi casa estremeciéndome con la calidad de los trabajos, se me caían las lágrimas al ver las auténticas joyas que han sido seleccionadas, de hecho he dado puntuaciones entre 7 y 9,9. Me emociona ver la complejidad narrativa y técnica que puede encerrar un trabajo de dos minutos. He valorado la estructura, el formato de corto, la técnica, algunas muy artísticas, con acuarelas, con pinceladas, pero, como actriz, la emoción que puede trasladar no ya un ser humano, sino una animación.

— ¿Ha habido consenso en la elección del corto ganador?

— Pues, sin buscarlo, sí, aunque he de decir que algunos trabajos se han quedado a una décima del elegido. Me gustó mucho que los miembros del jurado no tuviéramos comunicación durante el visionado, de manera que la impresión de cada uno no está influida.

— ¿En qué proyectos trabaja ahora?

— He estado cinco meses fuera rodando una gran producción italiana, Ultimo cinque, donde trabajo con Raoul Bova. Es una película comercial de acción, pero yo tengo un registro extremo, ya que mi personaje, Laura Aguilar, es la jefa de un cartel de la mafia mejicana. Es como cinco Lauras, como yo digo. También participo con la productora de cine de autor gallega, Matriuska Films, que está rodando en 16 milímetros (todo muy freaky) la película La estación violenta, sobre un libro de Manuel Jabois. Hemos estado un mes y medio de ensayo. Y después, en el terreno personal, me he ido a mi casa en Galicia porque mi padre nos ha dado un susto y me he tomado un par de meses para estar allí.

— Cuando ganó el Goya por un personaje tan dramático como Rocío, madre de dos niñas asesinadas, renunció a otros papeles parecidos.

— Eran propuestas en la misma línea y, como actriz, me gusta arriesgar. De hecho conseguí hacer después papeles de lo más variopinto, como la mafiosa Laura o una yonqui. Si uno se acomoda, pierde la chispa, hay que salir de la zona de confort para evolucionar.

— ¿Que le parecen las palabras de Ana Belén sobre la carencia de papeles para actrices maduras?

— Que las puedo entender porque, en general, para una actriz es ya difícil encontrar papeles que no sean de novia, madre, mujer o amante... Yo creo que esto es debido a que la mayor parte de los guionistas son hombres y reflejan su mundo, lo que sienten. También se dan parejas de protagonistas donde el actor es mucho mayor que la actriz que hace de su pareja. Esto que digo no es una cuestión feminista, yo hablo de seres humanos y las mujeres somos increíbles, debemos protagonizar historias. No hay más que ver los trabajos de veteranas como Meryl Streep y Julianne Moore.

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