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La cirugía urbana que entró en coma

Al empezar este siglo, la plaza de la Constitución era el kilómetro cero de Arucas. El agua manaba de la fuente pública, entre el mercado y las Casas Consistoriales. El conjunto desprendía una imagen de pueblo que el Ayuntamiento quiso maquillar con tintes de modernidad convirtiendo el edificio del XIX en el que hacían la compra los aruquenses en un centro comercial con 250 plazas de aparcamiento subterráneo. La obra se inició a finales de 2001. Era alcalde Froilán Rodríguez y CC tenía mayoría absoluta.

Jesús Quesada y Arucas

Viernes, 18 de septiembre 2020, 09:11

Una empresa privada pagaría el cambio explotando el negocio durante 50 años. Una valla metálica, bautizada como la plaza de toros, vetó a los vecinos ese espacio y las máquinas empezaron a cavar un agujero que, como una metáfora, parecía pregonar que la obra no vería nunca la luz. Un año después la concesionaria quebró y el proyecto se estancó con los puesteros en el nuevo mercado, la fachada desmontada piedra a piedra y las primeras tiendas del entorno cerradas por falta de clientes.

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En 2003 la concesión cambió de manos y una nueva mercantil inyectó dinero. Con los tractores excavando se anunció, en 2004, que El Corte Inglés pondría un supermercado (Supercor). Sin embargo, el boquete no acababa de cerrarse, las fechas de apertura se incumplían y la sangría del coste no dejaba de manar. Aparecieron grietas en las casas colindantes, las Casas Consistoriales aledañas se hundieron y Arucas recordó que debajo de su piedra hay cuevas cargadas de leyenda. En 2005 se ofreció la compra de locales a los comercios locales y plazas de garaje a los vecinos.

Poco después la segunda concesionaria también entró en quiebra, la Justicia decidió que la masa de acreedores era la legítima propietaria y el proyecto se enredó en una maraña jurídica que en 2006 llevó al alcalde, Ángel Víctor Torres (PSOE), a decir que el Ayuntamiento disolvería el contrato y adjudicaría de nuevo las obras. El coste de un posible rescate se estimó entonces en 10,8 millones. Tampoco fue posible y el centro comercial se sumió en un letargo hasta que en 2008, en plena crisis, se fraguó una rocambolesca operación de reflotamiento.

La Caja Insular de Ahorros de Canarias (hoy Bankia ) entró en el negocio logrando la cesión del centro comercial (planta baja y primera) a la vez que los derechos de la concesión del aparcamiento pasaron a tres mercantiles nuevas. La obra obtuvo licencia de primera ocupación y el reclamo de Supercor auguraba un desenlace feliz. De hecho, teniendo el bastón de mando José María Ponce (PP), también en 2008 entró en servicio el parquin, que permaneció abierto en precario hasta 2013. Mientras, Supercor renunció y el proyecto entró en coma. Hasta hoy.

Al empezar este siglo, la plaza de la Constitución era el kilómetro cero de Arucas. El agua manaba de la fuente pública, entre el mercado y las Casas Consistoriales. El conjunto desprendía una imagen de pueblo que el Ayuntamiento quiso maquillar con tintes de modernidad convirtiendo el edificio del XIX en el que hacían la compra los aruquenses en un centro comercial con 250 plazas de aparcamiento subterráneo. La obra se inició a finales de 2001. Era alcalde Froilán Rodríguez y CC tenía mayoría absoluta.

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Una empresa privada pagaría el cambio explotando el negocio durante 50 años. Una valla metálica, bautizada como la plaza de toros, vetó a los vecinos ese espacio y las máquinas empezaron a cavar un agujero que, como una metáfora, parecía pregonar que la obra no vería nunca la luz. Un año después la concesionaria quebró y el proyecto se estancó con los puesteros en el nuevo mercado, la fachada desmontada piedra a piedra y las primeras tiendas del entorno cerradas por falta de clientes.

En 2003 la concesión cambió de manos y una nueva mercantil inyectó dinero. Con los tractores excavando se anunció, en 2004, que El Corte Inglés pondría un supermercado (Supercor). Sin embargo, el boquete no acababa de cerrarse, las fechas de apertura se incumplían y la sangría del coste no dejaba de manar. Aparecieron grietas en las casas colindantes, las Casas Consistoriales aledañas se hundieron y Arucas recordó que debajo de su piedra hay cuevas cargadas de leyenda. En 2005 se ofreció la compra de locales a los comercios locales y plazas de garaje a los vecinos.

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Poco después la segunda concesionaria también entró en quiebra, la Justicia decidió que la masa de acreedores era la legítima propietaria y el proyecto se enredó en una maraña jurídica que en 2006 llevó al alcalde, Ángel Víctor Torres (PSOE), a decir que el Ayuntamiento disolvería el contrato y adjudicaría de nuevo las obras. El coste de un posible rescate se estimó entonces en 10,8 millones. Tampoco fue posible y el centro comercial se sumió en un letargo hasta que en 2008, en plena crisis, se fraguó una rocambolesca operación de reflotamiento.

La Caja Insular de Ahorros de Canarias (hoy Bankia ) entró en el negocio logrando la cesión del centro comercial (planta baja y primera) a la vez que los derechos de la concesión del aparcamiento pasaron a tres mercantiles nuevas. La obra obtuvo licencia de primera ocupación y el reclamo de Supercor auguraba un desenlace feliz. De hecho, teniendo el bastón de mando José María Ponce (PP), también en 2008 entró en servicio el parquin, que permaneció abierto en precario hasta 2013.

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Mientras, Supercor renunció y el proyecto entró en coma. Hasta hoy

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