Diabetes gestacional
Se trata de un trastorno muy habitual en las embarazadas y, en los niveles más leves, una dieta adecuada pueda mantenerla bajo control. Puede tener riesgos para el bebé y para la mamá, por eso es muy importante vigilar los niveles de azúcar en la sangre.
Canarias7 Saludable / Las Palmas de Gran Canaria
Jueves, 16 de julio 2020, 20:05
La diabetes gestacional es un trastorno que puede aparecer durante el embarazo, incluso en personas que nunca la han sufrido anteriormente. Padecer diabetes durante el embarazo es un trastorno muy habitual en las embarazadas y, en los niveles más leves, una dieta adecuada pueda mantenerla bajo control. Las causas de la diabetes gestacional residen en los cambios hormonales ocasionados por el embarazo. La consecuencia es que la concentración de glucosa en la sangre permanece elevada durante más tiempo de lo normal después de las comidas (dos horas, en lugar de una). De todos modos, esto no significa que todas las mujeres embarazadas padezcan diabetes. La diabetes gestacional puede tener riesgos para el bebé y para la mamá. Por eso, durante el embarazo, es muy importante controlar los niveles de azúcar en la sangre de la embarazada. Sin embargo, no hay que alarmarse, ya que, una vez detectado el trastorno, si se trata rápidamente, se puede reducir el riesgo tanto para la madre como para el niño.
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Riesgos para el bebé. El exceso de azúcar en la madre se acumula en forma de grasa subcutánea en el feto, lo cual le hace aumentar de peso (macrosomia), y llegado el momento del parto, puede obligar a efectuar una cesárea. Inmediatamente después del parto, el niño puede sufrir crisis hipoglucémicas, debido a un delicado mecanismo hormonal inducido, precisamente, por la diabetes materna.
Riesgos para la madre: La diabetes en el embarazo puede dar origen también a otros inconvenientes importantes para la madre: hipertensión o preeclampsia, desprendimiento de placenta, retraso en el crecimiento fetal, polihidramnios (aumento de la cantidad de líquido amniótico) y parto prematuro.
El diagnóstico de diabetes gestacional se basa en la localización de la hiperglucemia en la sangre materna. Es muy importante que la embarazada se someta a diferentes análisis de sangre para controlar los niveles de azúcar. El examen que se realiza es el test de O’Sullivan (o curva de sobrecarga): se hace una extracción de sangre en ayunas y otra, 60 minutos después de haber tomado 50 gramos de glucosa (mediante una bebida azucarada). Cuando los valores se encuentran alterados (es decir, son superiores a 95 mg/dl de sangre en ayunas, y superiores a 140 mg/dl después de haber transcurrido una hora desde el momento en que se ha tomado la glucosa), se debe efectuar de nuevo una curva de sobrecarga, pero esta vez completa. En este caso, las extracciones de sangre se realizarán en ayunas, y a los 60, 120 y 180 minutos después de haber tomado 100 gramos de glucosa, a través de una bebida azucarada. Es lo que se llama Test de sobrecarga de glucosa. Si únicamente no son normales uno o dos de los valores de la curva de la carga completa, será suficiente con someterse a una dieta adecuada, prescrita por el especialista. Sin embargo, en el caso de que estén alterados más de dos valores, es mejor solicitar la opinión de un centro especializado en este tipo de diabetes. Allí se propondrá, de inmediato, un tratamiento adecuado para el problema en cuestión.
En las situaciones más leves, es decir, cuando la diabetes gestacional es incipiente y los niveles de azúcar en la sangre no son muy elevados, la embarazada podrá llegar a controlar la situación con una dieta adecuada durante todo el embarazo.
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Las dietas indicadas para tratar la diabetes en el embarazo contienen menos calorías que las que se suelen permitir durante este período: entre 1.600 y 2.000 calorías diarias. Las energías deben proceder en un 40-60% de los azúcares complejos, en un 25%, de las proteínas y en un 15-25%, de las grasas. Esto significa que, para empezar, se deben evitar los alimentos dulces durante el desayuno. En sustitución, se puede tomar té o café, leche o yogur semidesnatados y pan integral con una cucharadita de mermelada. En la comida y en la cena, se puede comer de primer plato una ración pequeña (60 gramos en crudo), seguida de un segundo plato a base de pescado, carne o queso magro, acompañados de verduras crudas o cocidas en las que no abunden los azúcares simples (como el tomate, los calabacines, el brócoli o las espinacas). Como tentempié, se puede optar por una pieza de fruta, por ejemplo, una naranja o un yogur.
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