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Una cueva que se convierte en escuela

Una cueva que se convierte en escuela

Estudiantes universitarios de arqueología y antropología social se forman de una manera práctica en el yacimiento aborigen de la Cueva de Villaverde. Además de colaborar en el trabajo de campo, asisten a charlas y talleres en una iniciativa dirigida por el equipo de arqueología Arenisca y en la que colaboran tres universidades

Jueves, 1 de enero 1970

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La cueva de Villaverde presenta estos días su vertiente más formativa. Durante la primera quincena de agosto se desarrolla la Escuela de Verano de Antropología y Arqueología (EVA), una iniciativa en la que colaboran las universidades de Las Palmas, de La Laguna y de Oxford, donde alumnos tanto de antropología social como de historia y arqueología participan en diferentes ámbitos del yacimiento aborigen. «Los alumnos de arqueología hacen prácticas trabajando con nosotros en el yacimiento; mientras que los alumnos de antropología social se encargarán de investigar el momento más reciente de la cueva, como cuándo se descubrió, haciendo entrevistas a las personas que la descubrieron y a las primeras personas que entraron, así como qué supuso el hallazgo de la cueva para la arqueología de la isla y para el conocimiento de su pasado», explica Rosa López, directora del equipo de arqueología Arenisca.

Entre los objetivos de la escuela de verano destacan, «fundamentalmente, la enseñanza de la metodología arqueológica y de la antropología social entre universitarios» de las disciplinas señaladas. Durante estos quince días, los estudiantes realizan prácticas de campo de ambas disciplinas en horario de mañana, además de asistir a charlas y talleres impartidos por los especialistas que trabajan en el yacimiento de Villaverde y por investigadores de la Universidad de Las Palmas. Son un total de doce alumnos a los que, además, se llevará a conocer otros yacimientos arqueológicos de relevancia en la Maxorata.

La cueva de Villaverde, declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en 1983, fue descubierta en 1979 y, durante esos años, concretamente hasta 1988, se llevaron a cabo seis campañas sucesivas de excavación a cargo de un equipo dirigido por Francisca Hernández, catedrática de Prehistoria de la Universidad Autónoma, y Dolores Sánchez, arqueóloga majorera. Aquellas primeras excavaciones demostraron el importante potencial arqueológico del yacimiento, arrojando luz sobre la etapa aborigen en Fuerteventura.

En primer lugar, sirvieron para determinar que se trataba de un poblado aborigen y que contaba con lugares para el enterramiento. A raíz del análisis de los carbonos, una técnica que aún no se usaba demasiado, se determinaron datos acerca del paleoclima o, en otras palabras, sobre cómo era el paisaje en las inmediaciones de la cueva durante los periodos en los que el poblado estuvo habitado. También se encontraron restos óseos de dos individuos, un hombre de unos 40 años y un niño de unos 4 años, cuyos huesos se custodian hoy en el Museo Arqueológico de Fuerteventura. «Fue la primera excavación sistemática que se hizo en Fuerteventura y la primera de la que tenemos dataciones radiocarbónicas, que, aunque ahora se hacen con mucha frecuencia, antes no se hacían tanto», explica López.

Gracias a aquellas investigaciones de los ochenta, añade López, se supo que «había un poblado tanto en el interior como en el exterior de la cueva; y que, cuando ese poblado se abandonó, se usó como lugar de enterramiento en su última fase de ocupación». Además, «encontraron distintos niveles de fuego o de hogares que marcan diferentes momentos en que el poblado fue ocupado».

Excavaciones desde 2018

Pese a la importancia de aquel hallazgo arqueológico y a los resultados obtenidos por el primer equipo de investigación en los ochenta, pasarían treinta años sin que se realizaran nuevas excavaciones en el yacimiento de la cueva de Villaverde. Hasta 2018, cuando el equipo de arqueología Arenisca retomó el proyecto: «Fue una fase de evaluación para ver cómo se encontraba el yacimiento después de todo este tiempo; se valoró cómo estaban los restos arqueológicos y se estudió cómo estaba la estabilidad del tubo volcánico en que se halla una parte del yacimiento. En algunas partes del yacimiento también se hizo una excavación arqueológica. Además, se hizo una primera aproximación para valorar cómo estaban los restos óseos de los humanos que se sacaron en 1979 para ver si era factible un estudio mayor y en profundidad», señala López, también directora de la actual excavación en la Cueva de Villaverde. Asimismo, «se realizaron dos dataciones radiocarbónicas para compararlas con las de los años ochenta: una de ellas sobre los restos del adulto enterrado, que dio como resultado los siglos XII-XIII, es decir, una etapa avanzada del periodo aborigen; la otra, realizada sobre un hogar, dio como resultado los siglos VIII-IX», añade.

El equipo de arqueología Arenisca, conformado por Rosa López, Derque Castellano, Sam Cockeril y Tarek Suleimán, y que cuenta además con la restauradora de arqueología Sonia Argano, desarrolla en este 2019 su segunda campaña de excavación en la cueva de Villaverde y su entorno. «Este año lo que estamos haciendo es ejecutar todas esas propuestas que nosotros hicimos el año pasado y que creíamos necesarias para la conservación del yacimiento y, además, estamos excavando en zonas donde no se había excavado todavía, pues el año pasado nos centramos más en la zona donde se había intervenido en los ochenta. Un objetivo ahora es ver hasta dónde llega el yacimiento y para eso estamos haciendo cuatro cortes más de los que teníamos inicialmente. También se hará un estudio bioantropológico y de ADN de los enterramientos para determinar cuestiones como la dieta, el modo de vida, el posible parentesco entre los individuos adultos e infantil que fueron enterrados juntos, un estudio de carbono, un estudio de posibles semillas que puedan aparecer, etcétera», añade López.

Paralelamente a la investigación se está grabando un documental, a cargo de la productora Pastorcillo Film, tanto sobre la investigación que se lleva a cabo en la Cueva de Villaverde como sobre la riqueza arqueológica majorera en general.

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